domingo, 31 de agosto de 2008

Parto slow



“Una horita cortita” es lo que te desean muchos porque culturalmente y gracias al Génesis (“parirás con dolor”) y a las películas, que sólo han mostrado partos sangrantes y tortuosos, el concepto de parto que está en el inconsciente colectivo es algo tan negativo que se quiere agilizar a toda costa o incluso eliminar (cesáreas programadas injustificadas).
Para los que no se hayan enterado todavía, el parto es parte de la sexualidad humana (no una enfermedad) y como tal exige tiempo, intimidad, seguridad, amor, penumbra, calidez, recogimiento y permitir que funcione la parte primitiva del cerebro, que produce las hormonas encargadas del proceso: oxitocina y opiáceos.
Y estas hormonas, que llevarían a la madre a un estado de concienca alterado natural y anestesiante, se inhiben con luces fuertes, presencia de extraños, miedo, angustia, frío, etc. Es decir, los ambientes de quirófano típicos de la mayoría de los hospitales.
Nuestros hijos deberían nacer en entornos parecidos al lugar en el que fueron concebidos y no en ambientes más cercanos a la enfermedad que a la salud y vida.

Los países que cumplen las recomendaciones de La OMS en materia de partos tienen bien acondicionados los hospitales y centros de partos en este sentido y sus índices de medicalización (inducciones, episiotomía, forceps, cesáreas, etc.) son mucho más bajas que los que no los cumplen y con mejores cifras también de seguridad.
El parto como dicta nuestra anatomía es slow y se debe respetar su propio ritmo y exigencias: posición vertical siguiendo la ley de la gravedad, libertad de movimientos, etc.
Además, el exceso de medicalización y las prácticas anti-natura, cuando no están justificadas por unas patologías (menos del 10% de los partos) también pasan factura: más dolor y efectos secundarios. Por ejemplo: las contracciones producidas por la oxitocina sintética duelen muchísimo más y son más frecuentes que las naturales.
Y no podemos hablar de parto slow sin demandar que no sea inducido sin necesidad. El bebé nacerá cuando esté maduro, sea la semana 41 o 39, y no cuando al médico o a la madre les interese. Provocar un parto antes de término casi siempre acaba en el lote de medicalización XL y en cesárea
El nacimiento es un acto sagrado y como tal hay que respetarlo. Los protocolos de parto y la actitud de muchos profesionales ya están cambiando a favor de la fisiología, ahora hace falta que se cumplan y que las mujeres los apoyen.
La actitud infantilizada e ignorante de muchas mujeres que llegan al hospital como quien va a que le extirpen el apéndice, no ayuda nada a la causa de la humanización del parto y por tanto de un mundo mejor. Necesitamos información y formación, y eso lo debemos hacer fundamentalmente nosotras. Que sólo el 61% de los lectores de este blog consideren imprescindible las clases de preparación al parto no es un buen dato, a no ser que se preparen por su cuenta.
Como dice Michel Odent y yo suscribo: “No se puede cambiar el mundo sin cambiar la forma de nacer”
Por eso, no pidamos una hora cortita sino un parto mamífero y slow. Y esto es el primer paso hacia una maternidad slow, una infancia slow y el sueño slow.
MMar para Bebés y más 8 de junio 2008 http://www.bebesymas.com/2008/06/08-parto-slow

sábado, 30 de agosto de 2008

Niños que no quieren ir al cole.


Empezar a ir a la escuela es un cambio importante en la vida de todos los niños:personas nuevas,normas y horarios diferentes...Como todo proceso adaptativo,la escolarización debe hacerse paulatinamente.Tener en cuenta su grado de madurez es la clave para evitar que el niño sufra.


La mayor parte de los alumnos de infantil y primaria -entre los 3 y los 12 años- se lo pasan bien en la escuela. Raramente lloran en la puerta o se agarran a los brazos de su madre o de su padre. Pronto entran en la escuela sin volver la vista atrás. Los padres acaban renunciando a exigir un beso de despedida -"Qué vergüenza,delante de mis compañeros!"-, y el día menos pensado te ruegan que dejes de acompañarlos.


Aunque ocasionalmente puedan quejarse de algún compañero,de alguna "injusticia" de los profesores o de la dificultad de algún ejercicio,van a la escuela ilusionados y sin oponer resistencia. Aún más, a principios de septiembre se aburren tanto en casa que desean volver al cole.


Pero esta situación no es siempre así. Algunos niños sufren en la escuela o se niegan a ir. ¿Cómo podemos ayudarles?.


¿Seguro que está listo?


Naturalmente, no todos los niños crecen a la misma velocidad.A los tres o cuatro años hay niños que todavía no están preparados para separarse de sus padres,del mismo modo que los hay que,con dos años,son más independientes. A veces,en los primeros días de clase,se observa un efecto paradójico: niños que ya habían ido antes a la guardería lloran desconsoladamente,mientras que otros que habían estado siempre en casa,entran -y salen- contentos.


Y es que separarse de la madre sin angustia no es algo que se aprenda,no sirve "acostumbrarse" ni "practicar". Es una cuestión de maduración,de edad. Con un año, no quieren separarse ni un momento de ella; a los cinco aceptan hacerlo; y a los quince, están deseando hacer y deshacer por su cuenta.


Empezar con buen pie


Al niño que separamos de su madre demasiado pronto, lejos de "acostumbrarlo", podemos dejarle el recuerdo de una triste experiencia. No teme a la escuela sino al lugar donde lo pasó tan mal de pequeño. En cambio, el que espera feliz con su familia y sólo va al cole cuando está realmente preparado no tiene malas experiencias que recordar.


Cuando el problema es la corta edad, el tiempo es el mejor remedio. No se trata de "cómo conseguir que mi hija vaya a la escuela contenta", porque eso ocurrirá al cabo de unos meses, aunque no hagamos nada de nada. El problema es "en estos meses que faltan hasta que mi hija vaya a la escuela contenta, cómo conseguir que sufra lo menos posible".


En muchas ocasiones, bastará un poco de comprensión y unas palabras de ánimo. Es importante aceptar la ansiedad del niño - "El primer día da un poco de miedo, ¿verdad?- , explicarle qué hará en la escuela, con quién estará, quién vendrá a recogerle y cuándo. No negar su angustia -"No te pongas así que nadie te ha hecho nada", "Pero si no pasa nada,tonto"- y mucho menos,ridiculizarlo- "Parece mentira, un niño tan grande llorando, qué va a pensar la señorita", "Los otros niños no tienen miedo,eres el único que llora".


Al salir de la escuela,puede que el niño exija más brazos y más atención de la habitual y se pegue como una lapa, o que se muestre malhumorado, gritando, rehuyendo la mirada, protestando por todo. Es importante comprender que éstas son las respuestas normales a la separación, que nuestro hijo necesita comportarse así para sentir que le siguen queriendo y para recuperar la seguridad. Es importante darle esos brazos y esa atención que pide, y tolerar su mal humor sin reñirle ni castigarle.


Una respuesta fría y distante - "Camina que para eso tiene los pies","No seas pesada", "Ahora te estás portanto como un bebé,mamá está enfadada"... - justo en el momento que más nos necesitan, no hace más que empeorar las cosas.


En otros casos no basta con buenas palabras. Hay niños que lo pasan realmente mal. Si las circustancias laborales y familiares permiten otra opción -quedarse un tiempo en casa,o con los abuelos- , es bueno ofrecerla: "si quieres,mañana te quedas en casa en vez de ir al cole".


Muchas veces, el niño declina la invitación: la seguridad de saber que existe una salida, que sus padres le comprenden y se lo toman en serio, le da el valor para continuar. Otros niños necesitarán quedarse en casa durante unos días o semanas. ¿No será eso un paso atrás, no estaremos contribuyendo a que se enquiste la situación y no se adapte nunca a la escuela?. Al contrario: ir un día tras otro, llorando y sufriendo, es lo que puede enquistar la situación.


Algunos niños parece que están contentos el primer trimestre, pero en enero se desmoronan. No debemos pensar que es una tomadura de pelo o un retroceso. Tal vez las vacaciones navideñas les han recordado lo que podía haber sido y no fue: habían llegado a aceptar que "Hay que ir al cole porque papá y mamá trabajan y no hay nadie más que me pueda cuidar", y de pronto descubren que mamá sí estaba en casa -por ejemplo, si la madre tiene vacaciones- o bien que hay otra alternativa y alguien les ha cuidado cuando no había escuela.


Frente al acoso escolar


Claro que también puede haber motivos más duros para no querer ir al cole. Puede haber un "matón" o un grupo de "matones" que mantiene aterrorizados a los demás niños. Puede haber problemas con chicos mayores, a la hora del patio en la entrada al recinto escolar. Unos niños pueden convertirse en víctimas por algún defecto físico, por su torpeza en los juegos, por problemas de aprendizaje o por no llevar ropa de marca; otros, por todo lo contrario, por "empollones","pijos"...No se habla tanto del acoso o los malos tratos por parte de los profesores, pero también se da. Los niños maltratados por su compañeros o profesores pueden callar o incluso negar que han sufrido reiteradamente esos maltratos. Será entonces cuestión de investigarlo.


El rechazo a la escuela no siempre es explícito. Algunos niños tienen,c on demasiada frecuancia, dolores de cabeza o de barriga que desaparecen misteriosamentea los pocos minutos si se quedan en casa. No siempre están fingiendo. Un niño tiene tanto derecho como un adulto a somatizar,a sentir verdadero dolor de cabeza por estrés. De todos modos, tanto el niño que finge como el que de verdad se siente mal tiene un problema y necesitan comprensión y ayuda, no castigos o sermones.


Lo primero,claro, es preguntarle qué le ha pasado, por qué no quiere ir a la escuela. El problema es que no siempre lo explican, porque no quieren o porque no pueden. Habrá que hablar, entonces, con sus profesores y con otros padres. ¿Ha habido algún problema con los estudios,c on los exámenes, con la disciplina? ¿Hay otros niños en clase que no quieran ir a la escuela o que han cambiado de humor o de conducta en los últimos meses? ¿Hay rencillas personales, peleas e insultos entre compañeros? ¿Conflictos con el personal docente?.


Buscar alternativas


Los problemas leves se resuelven pronto con paciencia,apoyo y cariño. Pero no siempre es tan fácil. Si el problema es general,l a acción conjunta de varias familias, respaldadas si es preciso por psicólogos y pediatras,p ùeden conseguir cambios en la conducta de la persona conflictiva... o su expulsión.


Pero a veces se trata de una incompatibilidad personal. Algunos niños necesitan un cambio de aires: otros profesores, otros compañeros, otros métodos educativos. Y a algunos,sencillamente, la escuela no les funciona. Si aceptamos que un adulto quiera ser camionero, vendedor o cantante y que aborrezca el trabajo de oficina, ¿por qué a todos los niños les va a convenir estudiar en el mismo ambiente, con las mismas normas, métodos y horarios?.


De hecho,a juzgar por las estadísticas de fracaso escolar, son muchos los niños a los que la escuela no les sirve. Tal vez por eso hay familias que optan por educar a sus hijos en casa (véase http://www.educacionlibre.org/).


En último término, en caso de conflicto, los padres tenemos que recordar que nuestra lealtad y nuestro deber están con nuestros hijos, no con el sistema
educativo.


Carlos Gónzalez , publicado en el numero 29 de la revista Mente Sana.

lunes, 25 de agosto de 2008

"Los chavales de hoy en día son los que menos afecto reciben de toda la historia"

Fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna, Carlos González (Zaragoza, 1960), ofrecerá hoy una charla en Donostia, dentro de las V Jornadas sobre Lactancia Materna, que se centrarán en el Cuidado Respetuoso del Niño.

Se ha impuesto la moda de no coger en brazos a los niños porque, según se dice, se les malcría.

Pues se trata de todo lo contrario. Malcriar significa criar mal, con poco cariño, sin cubrir las necesidades básicas del niño. La relación con otras personas, particularmente con la madre, es una necesidad básica del ser humano. Por exceso de cariño no se educa mal a nadie.

¿Hasta qué edad es conveniente hacer caso en todo momento al bebé?

Hay que usar la lógica: ¿no pretendemos que se nos haga caso toda la vida a los adultos? Pues con los niños igual. Lo normal es atenderles.

¿Pero no pueden aflorar así generaciones de niños consentidos?

El riesgo está en ofrecerles cosas que uno cree que no hay que darles. Si un niño te pide veinte caramelos, es evidente que no se los vas a dar. Pero el problema es que, según ciertas teorías educativas, a pesar de que el pequeño te pida algo que no es malo para su salud y que está a tu alcance, te dicen que se lo niegues por decreto para que aprenda que no lo puede tener todo. ¡Pero es que eso ya lo va a aprender en la medida que pide cosas imposibles! Por eso, cuando deseen algo tan normal como ser cogidos en brazos, hay que hacerlo. El concepto de prohibir para demostrar quién manda aquí es aberrante.

No parece muy amigo de la frase 'hay que educar frustrando'.

No creo que la frustración eduque. De lo contrario, estarían todos muy instruidos. De las miles de cosas que pide un hijo hay muy pocas que realmente le puedas dar ¡Puñetas, pues démoselas! Si el padre se tiene que ir a trabajar y no puede atender al chaval, qué le vamos a hacer, pero si el poco tiempo que estamos con él nos pide que juguemos y no le hacemos ni caso, ¿qué relación mantenemos? Circulan teorías que dicen que el problema es que los niños están muy consentidos. Eso es falso. A los chavales se les da mucho menos de lo que se ha dado a cualquier otro niño de la historia. No me refiero al que te pide la Play sino al pobre chaval que quiere abrazos, mimos y jugar.

¿La generación que menos afecto recibe de la historia?

Pues sí, por un motivo muy sencillo: nunca antes habían acudido niños de pocos meses a pasar 8 ó 10 horas en una guardería, un recurso que no existía hasta los años 50. Incluso hay quien cree que es una experiencia deseable, porque allí les estimulan. Como mínimo debemos aceptar una cosa: los niños de hoy pasan mucho menos tiempo con sus padres que hace unos años, que es precisamente lo que más quieren. No se puede decir que se salgan siempre con la suya. Es más bien al contrario.

¿Por qué abomina de las guarderías?

En algunos casos son necesarias, pero deberíamos tener bien claro que son un mal menor. El niño está mejor si le cuidan sus propios padres.

Pero en la guardería comienza el proceso de socialización...

Ni mucho menos. Eso es un mito. A los niños de menos de tres años les importa un rábano que haya otro niño al lado. Les ves jugando y no socializan. Sientas a cuatro en el suelo y cada uno está a lo suyo. Los niños socializan cuando son mayores.

No comulga en absoluto con esa visión de niños consentidos, incluso tiranos, que observan psicólogos como Javier Urra.

No me he leído su libro, pero quienes lo han hecho me han dicho que el título espanta aunque su contenido no está mal. Javier Urra, en todo caso, era el Defensor del menor en Madrid. Desde luego que con defensores así no hacen falta fiscales. Si por algún motivo han llegado a criarse los niños como son ahora, no se puede decir que sea por exceso de cariño. Estamos hablando de jóvenes atiborrados de actividades extraescolares, que han crecido entre canguros, que lo han tenido todo menos afecto. Los padres, eso sí, compensan todo ello con muchos juguetes. A ese niño le están dando sustitutos baratos de lo que de verdad es niño pide.

¿Qué opina del famoso Duérmete niño ? ¿Es mano de santo?

Estevil, al autor, propugna dejar al niño llorar un día un minuto, luego tres, cinco... Sí, el sistema funciona. Al cabo de unos días ya no se despierta a media noche ni se molesta en meter ruido porque sabe que sus padres no van a venir. Pero, después de unos años, ¿cómo pretenden esos padres que su hijo les confiese que se droga si desde los dos años le han enseñado que no le van a hacer caso?

El niño pequeño: del año a los dos años y medio


El niño pequeño ya no es un bebé que se siente parte de usted, que la utiliza como medio de control, como la persona que le facilita las cosas, como espejo de sí mismo y del mundo. Pero todavía no es un niño, dispuesto a veda como persona por derecho propio, a aceptar la responsabilidad por sí mismo y por sus acciones en relación con usted. Ha empezado a ser consciente de que usted y él son personas separadas. A veces afirma esta individualidad recién descubierta gritando «¡No!» y «jDéjame!», oponiéndose a su control y ayuda cada vez que surge un tema. Pero otras veces se aferrará a usted, llorará cuando salga de su habitación, extenderá las manos para que lo coja en brazos y exigirá, con la boca abierta, que lo alimente.

Su comportamiento intermedio es confuso para usted, pero es doloroso para él. Tiene que convertirse en persona por derecho propio, pero se siente más seguro si continúa siendo posesión de usted. Ha de empezar a rechazar su control total sobre él, pero le resulta más fácil aceptado. Tiene que desarrollar gustos y aversiones propias, perseguir sus propios fines, incluso cuando se contradicen con los de usted, aunque ese conflicto le parezca desesperadamente peligroso. Todavía la quiere con una pasión sin igual y depende por completo de usted para encontrar apoyo emocional. El imperativo del desarrollo de la independencia entra en conflicto con el imperativo emocional propio del amor.

Si espera que el niño pequeño siga siendo lo que fue, un bebé comparativamente manejable, tendrá que chocar directamente con usted. Él necesita su amor y aprobación, pero su impulso por crecer no le permitirán aceptados al precio de una excesiva dependencia. Si usted espera que se convierta de la noche a la mañana en lo que será (un niño sensible), él se sentirá inadecuado. Necesita de su ayuda y su consuelo, y si se 10 retiran, no sabe arreglárselas. Tratado como un pequeño, será rebelde. Tratado como mayor, será un quejica.

Hay un camino intermedio que le permite aventurarse, al mismo tiempo que le ofrecemos seguridades contra posibles «desastres»; ayúdelo a probar, pero amortigüe sus fracasos; ofrézcale una firme estructura para un comportamiento aceptable, pero de tal modo que no dañe su naciente sentido de ser dueño de sí mismo. Depende de la comprensión o del rechazo para que no se deje engañar por las apariencias. En muchos aspectos parece bastante más crecido de lo que él mismo se siente. Su capacidad para hablar, caminar y jugar se ha desarrollado hasta el extremo en que parece haber pocas diferencias con respecto a un niño de tres años, pero su comprensión y su experiencia todavía no están a esa altura. Si lo trata como un bebé, lo frenará.

Tiene que aprender a comprender. Debe adquirir experiencia. Pero si lo trata como lo haría con un niño en edad preescolar, lo someterá a una presión excesiva. Se le tiene que enseñar a comprender y sus experiencias tienen que ser manejables.
La clave para comprender al niño pequeño radica en comprender el desarrollo de sus procesos de pensamiento. Sólo en la medida en que éstos maduren, esas emociones conflictivas y habilidades engañosas se unen para formar un todo razonable y manejable en que ya se ha convertido el niño.

La memoria del niño pequeño, por ejemplo, no funciona todavía como lo hará cuando sea mayor. Recuerda a personas, lugares, canciones y olores tan bien como usted, pero su memoria para algunos detalles sigue siendo muy corta. Cuando era un bebé y hacía cosas propias de bebé, eso no era importante ni parecía muy evidente. Pero ahora trata de hacer cosas de niño mayor, de una forma vital y cuidadosa. Día tras día tropieza y se cae con el escalón que hay entre la cocina y el salón. Irritada y preocupada por los golpes que se da en la cabeza, usted se pregunta si aprenderá alguna vez. Aprenderá, pero necesitará su tiempo. No puede «llevar el escalón en la cabeza» hasta que la experiencia repetida le haya dado finalmente un lugar permanente en su memoria. Cuando era un bebé, su tarea fue evitar que se cayera.. Ahora, cuando ya es un niño pequeño, su tarea consiste en indicarle la presencia del escalón. Pero en estos momentos la tarea principal consiste en modificar los dolorosos resultados de esa serie de experiencias y refrescar esa memoria. Puede que tenga que acolchar el escalón y a continuación recordarle su presencia.

Del mismo modo que el recuerdo de las cosas ocurridas en el pasado es selectivo, también lo es su capacidad para la premeditación. Aunque entiende que usted se va a trabajar al verla con el maletín en la mano, no prevé los resultados de su propio comportamiento. Si es capaz de subir esa escalera de mano que tanto le atrae, lo hará. No puede pensar por adelantado en el problema de cómo volver a bajar. A menudo, las dificultades con la memoria y con la previsión se combinan para producirle problemas. Se le ha reñido una y otra vez por girar los botones de la televisión, pero cuando hoy se acerque al aparato no recordará los regaños anteriores ni preverá el próximo que se le avecina. Esos botones lo atraen como un imán.

Como no puede pensar por adelantado, apenas es capaz de esperar para hacer lo que sea. Si quiere algo, lo quiere ahora, y sus gritos empiezan incluso cuando la ve quitar la envoltura del anhelado polo. Incapaz de esperar por las cosas que le gustan, no soporta ni siquiera la pequeña incomodidad actual para estar más cómodo un poco más tarde. Gimotea desconsolado porque el polo lo ha dejado pegajoso y, sin embargo, se opone al paño húmedo con el que se le pretende lavar la cara y que le producirá alivio. Sólo tiene la posibilidad de vivir el momento presente.

Otro tipo de inmadurez similar en su pensamiento hace que también tenga problemas en sus relaciones con las personas. La quiere a usted. Todo el mundo le dice que él la quiere mucho. Él mismo también se lo dice y al recibir usted su enorme abrazo y su sonrisa maliciosa o su risa de satisfacción, puede estar segura de que la ama. Y sin embargo, a menudo no puede comportarse de la forma en que los adultos pensamos como «cariño». No puede ponerse en lugar de usted, ni ver las cosas a través de sus ojos. Detestará que usted se ponga a llorar, pero serán los sentimientos que provocan sus propias lágrimas lo que le disgustará, y no los sentimientos que la presencia de esas lágrimas representan en usted. Su tarea todavía no consiste en tener en cuenta los sentimientos de otras personas; antes tiene que reconciliarse con los propios sentimientos. Si él le pega, y usted le devuelve el golpe para demostrarle «lo que se siente», le habrá dado una lección que no está preparado para aprender. Llorará como si golpear fuera una idea totalmente nueva para éL No establece relación alguna entre lo que le hizo y lo que usted le ha hecho a él, entre los sentimientos propios y los de usted. Nunca le pegue a un niño, pues le estará dando un mensaje contradictorio y lastimará profundamente su autestima.
A menudo incluso sus propios sentimientos son un verdadero misterio para él .No sabe lo que siente ahora, y eso, combinado con su incapacidad para recordar lo que sintió la última vez, o para predecir lo que sentirá después, hace que le sea tremendamente dificil tomar decisiones. «¿Quieres quedarte conmigo o ir a la tienda con papá?», parece una elección sencilla e insignificante, pero no es ni tan directa ni tan poco importante para el niño pequeño. ¿Con quién de los dos disfrutará más? ¿Con quién disfrutó más la última vez? ¿Qué tiene ganas de hacer ahora? No lo sabe y no puede saberlo. Vacila en su decisión, y sea ésta la que fuere, se siente desdichado.

Tendrá que aprender a tomar sus propias decisiones. Nadie puede madurar si alguien toma todas las decisiones por éL Pero practicar la toma de decisiones debería hacerse con aquellas en las que no tenga nada que perder. Si tiene que elegir entte dos dulces, «¿Cuál te comerás primero?» es la pregunta que él puede considerar sin sentir tensión alguna. Al fin y al cabo, riene los dos a su disposición. Nadie le quitará el dulce que decida no comerse primero. Y puede cambiar de opinión seis pegajosas veces si así lo ~ere.

El lenguaje del niño puede causarle problemas al sugerir que su com:rensión es mayor de lo que es en realidad. Aprende palabras nuevas y las .::riIiza cada vez más libremente, pero a muchas de ellas todavía les faltan los ~cados más sutiles. Puede utilizar la palabra «promesa», por ejemplo, ~ posiblemente no comprenda el concepto que suele transmitir esta pa~ Si le ofrece cinco minutos más de juego, prometerá irse a la cama inmediatamente después. Pero tras esos cinco minutos quiere otros cinco. ‘= =onces no entiende el reproche de su voz cuando le dice: .Pero me has :-romerido……

Las palabras también le producen problemas con la verdad. Quizá ho..:- = ya con la suficiente fluidez como para expresar frecuentes acusacionc negativas cuya exactitud todavía no significan nada para él. Habla segiJI:. ‘: que siente. Puede que haya sido el perro el que haya causado ese charcc =
desea que hubiera sido así, y lo dice de ese modo. Cuando, en el tranSoC”‘”..;so de una pelea con su hermana se cae y se hace daño en una rodilla. ~: que ella lo empujó. En realidad, ella no le hizo nada, sino que más bien ~ rió sus sentimientos. Lo que dice es una especie de verdad sentida, que ~sulta ser bastante diferente que la verdad de los adultos.

Más adelante podrá usted demostrarle el valor de las promesas hechas responsablemente y mantenidas a rajatabla, de la verdad dicha y de las mentiras que hay que evitar. Pero todavía es demasiado pronto. No lo atosigue con conceptos que no puede comprender. Está haciendo lo mejor que puede por agradar, pero si espera demasiado de su nivel, fracasará.

El ritmo evolutivo del niño le ha indicado que ya es hora de dejar de ser un bebé y progresar hacia el esta tus de individuo. Si lo trata como a un bebé, luchará con usted a lo largo del camino y, al final, se ganará su independencia, porque eso es lo que debe hacer. Pero la ganará a un precio terrible, pagado en forma de amor perdido.

Ese ritmo evolutivo todavía no equivale a «niñez», por lo que tampoco serán efectivos los intentos por disciplinarlo como se disciplina a un niño. Se enfrentará usted a una falta de comprensión que parece como si fuera un desafio, y cada batalla en la que participe terminará con amor perdido. Así pues, no intente conseguir el control absoluto y no participe en batallas morales. El pequeño será «bueno» si tiene la sensación de hacer lo que usted desea de él y no tiene ganas de hacer cualquier cosa que a usted le disguste. Con un poco de astucia, puede organizar su vida y sus temas en particular como un todo, de tal modo que ambos deseen lo mismo la mayoría de las veces. El pequeño tiene los cubos de plástico desparramados por el suelo, y usted quiere que la habitación esté ordenada. Si le dice que los recoja, probablemente se negará. Si insiste, se entablará una pelea que usted no puede ganar. Si le grita o le castiga, lo reducirá al desconsuelo, pero nada de eso hará que recoja los cubos del suelo. En cambio, si le dice: «Apuesto a que puedes guardar todos esos cubos en la bolsa antes de que yo haya terminado de recoger estos libros», habrá convertido todo el asunto en un juego. Entonces él deseará hacer lo que usted quiere que haga, y lo hará. No lo hará «por mamá», y tampoco por ser un «buen chic~»,sino porque usted ha conseguido que desee hacerlo. Y en eso consiste el truco. En dirigir su vida al prever las dificultades y soslayarlas, al evitar las órdenes absolutas que serán absolutamente rechazadas, al dirigir y guiar al niño hacia el comportamiento que desea que muestre, porque nada le ha hecho desear comportarse de otro modo.

La recompensa es diversión para todos, en vez de enfrentamiento. Pero la recompensa que se obtendrá después es mucho más importante. Este niño pequeño, que todavía no sabe distinguir lo correcto de lo incorrecto, que no puede elegir entre comportarse bien y mal, está creciendo. Llegará el momento en que comprenderá cuáles son los sentimientos y los derechos de usted, que recordará las instrucciones que se le han dado, que preverá los resultados de sus acciones, comprenderá las sutilidades del lenguaje cotidiano y reconocerá los sentimientos y los derechos de los demás. Cuando llegue ese momento, podrá ser «bueno» o «revoltoso» a propósito. Lo que elija entonces dependerá en buena medida de lo que sienta sobre sus adultos «especiales».

Si llega a esa siguiente fase del crecimiento con la sensación de que ustedes son básicamente cariñosos, que aprueban lo que hace y que están de su parte, querrá agradarles (en la mayoría de las ocasiones).Así pues, y con numerosos lapsos, se comportará como ustedes desean. Pero si llega a esa fase con la sensación de que son ustedes abrumadores, incomprensibles y que están contra él, quizá ya haya decidido que no vale la pena intentar agradarles porque se enfadan a menudo con él, y porque es demasiado peligroso amarles, debido a que con mucha frecuencia ha tenido la impresión de que ustedes no le amaban.

Si alguna vez se preguntan si están siendo demasiado débiles y condescendientes con su hijo pequeño, o si alguien les sugiere que ha llegado el momento de ser más duros con él, miren hacia delante. Si el niño cumple sus tres o cuatro años sin buscar su aprobación, sin sentirse cooperativo, sin seguridad de amar y ser amado, habrán perdido la base para una «disciplina» fácil y efectiva durante toda la infancia.
En esta fase de su desarrollo, un niño feliz es un niño fácil de llevar ahora, y un niño fácil de llevar ahora, también lo será en el futuro.

lunes, 18 de agosto de 2008

Parir es un acto de amor que requiere intimidad y libertad de movimientos


Entrevista con Isabel Fernández del Castillo


Nació en Las Palmas, pero vive en Madrid. Diplomada en Medicina Tradicional China y especialista en nutrición, actualmente coordinadora de sección en la revista Única.

En 1994 publicó La revolución del nacimiento (Ed. Edaf) y ahora acaba de salir una edición revisada del mismo (Ed. Granica).

Pregunta: ¿Qué pretendes transmitir en tu nuevo libro?

Respuesta: Por una parte, ya hay mucha evidencia de que en el origen de la violencia hay un «eslabón perdido» que no se suele tener en cuenta y que tiene que ver con el nacimiento y la crianza.

El parto medicalizado resulta más violento, no sólo para la mujer sino para el bebé, e inevitablemente incide en la relación que les une.

El nacimiento además puede influir en la forma en que una mujer cría a su bebé, de manera que una mujer que da a luz desconectada de sí misma y de su bebé, es fácil que desconfíe por completo de su instinto de madre. Eso quiere decir que durante la crianza se dejará influir más fácilmente por los «debería ser» de los «expertos», y las recomendaciones de muchos de ellos están encaminadas a debilitar aún más ese vínculo. Hay cada vez más pruebas de que, en el origen de la violencia, está no sólo la de los golpes, sino también la visible, la del desamparo.

Por otra parte, creo que es hora de reflexionar sobre el punto en el que nos encontramos en el proceso de liberación de la mujer. Las mujeres hemos adquirido unas cotas de libertad impensables hace unos años, pero en el ámbito de la medicina y la atención al parto, la subordinación y la sumisión al sistema adquiere niveles casi grotescos.

De manera que hoy en día podemos ingresar en el ejército, si queremos, pero a la hora de dar a luz nos atan a una máquina y no nos permiten ni beber agua.

P: La mayoría de los obstetras, hasta ahora, han sido hombres. ¿Crees que es posible cambiar el enfoque patriarcal que se le ha dado al parto?

R: Ahora hay cada vez más mujeres ginecólogas, pero eso no parece estar humanizando la atención al parto. Eso es algo que impacta a muchas madres. Hay historias de maltrato y abuso de poder protagonizados por ginecólogas, y también por matronas. Todos sabemos que los valores patriarcales no los transmiten sólo los hombres.

Las cosas cambiarán definitivamente el día que haya una masa crítica suficiente de mujeres informadas, preparadas y que no estén dispuestas a que «se les haga el parto». Si te das una vuelta por Europa, en la mayoría de países el panorama es completamente diferente: las mujeres dan a luz en acogedoras casas de parto, dilatan y paren en intimidad y libertad, las intervenciones se realizan de forma personalizada y en caso de necesidad, y sobre todo son respetados, ellas, sus bebés, sus parejas. Los profesionales están al servicio de la mujer y del bebé. Aquí sucede lo contrario, la mujer y el bebé están al servicio de la mentalidad y expectativas del personal, de las necesidades de organización del hospital y de muchas otras cosas. Los protocolos hospitalarios no sólo establecen las prácticas a las que se someterá la mujer, lo necesite o no, sino que implícitamente definen la relación que une a profesionales y usuarias, que es una relación basada en la desigualdad y el poder de los unos sobre las otras.

P: ¿Qué requisitos debe cumplir, en tu opinión, un parto natural?

R: Lo que necesita una mujer sana en un parto normal no es tecnología punta, sino intimidad y respeto. A mí me encantan las noticias que se publican de vez en cuanto sobre partos que se producen en la calle, en el coche. En todos los casos, el desenlace siempre es feliz. Esto se debe a que son partos que transcurren espontáneamente, y el nacimiento se produce gracias a un poderoso reflejo de eyección materno-fetal. Es un reflejo involuntario, de la misma naturaleza que el orgasmo, y todo el mundo sabe que no se puede tener un orgasmo en una posición forzada, con gente mirándote y dándote órdenes, pinchándote, sabiendo que te van a cortar, y presa del miedo cada vez que le bajan las pulsaciones a tu bebé por unas contracciones forzadas.

Parir es un acto de amor y todo el mundo sabe que un acto de amor requiere intimidad, confort, una mínima estimulación del neocortex, libertad de movimientos. Es un estado alterado de consciencia para el que la mujer necesita sentirse segura física y emocionalmente.

Los profesionales necesitan entender que su papel es secundario, confiar en la naturaleza, respetar el protagonismo de la mamá y el bebé, y sobre todo estar abiertos a aprender de verdad. Las mujeres necesitamos volver a confiar en nuestro cuerpo, conectar con nuestra fuerza interior, entender que necesitamos protegernos, a nosotras y nuestros hijos; atrevernos a defraudar las expectativas de los demás, a no ser como se espera que seamos.

P: Pero muchas mujeres están contentas con el actual sistema de atención al parto…

R: Si estás convencida de que el parto es algo peligroso, muy arriesgado y para lo que tu cuerpo no está preparado, lógicamente estás encantada de que te salven del lance. Si las mujeres supieran que la principal causa de sufrimiento fetal es la oxitocina y la postura tumbada, que la principal causa de desgarro grave es la propia episiotomía, que la epidural aumenta el riesgo de cesáreas y partos instrumentales, que los desgarros más graves son los derivados de los fórceps, y tantas otras cosas, seguramente no estarían tan agradecidas de ser «salvadas» del lance de esta manera.

P: Hay mujeres que, tras el trauma que ha supuesto el primer parto, no han tenido más hijos… ¿Crees que esta situación cambiará? ¿Qué opinión te merece este hecho?

R: Hay mujeres a quienes les ha pasado eso, pero en un sentido muy literal. Conocemos varios casos de mujeres con histerectomía por complicaciones derivadas de la oxitocina. Pero también hay muchas mujeres que tras un primer parto traumático han tenido un segundo parto glorioso…, casi siempre en su casa.

Hay mujeres que sufren un auténtico cuadro de estrés post-traumático debido a la crudeza de la experiencia y al trato recibido, pero no se diagnostica como tal porque la medicina no lo considera. Estas madres se sienten mal, asumen que son «inadecuadas» o «malas madres». Pero no lo pueden contrastarlo con nadie porque todo el mundo les dice ¿de qué te quejas si tienes un bebé sano?

P: ¿Qué resultados se están obteniendo con el parto en el agua?

R: El agua en el parto no es una alternativa, sino un recurso más. El agua caliente puede ser de gran utilidad en una determinada fase del parto (no demasiado pronto), pero más de dos horas puede incluso ser contraproducente porque ralentice el proceso. Hay mujeres que se proponen parir en el agua y al cabo de un rato se cansan y quieren salir. Otras que se dan un baño para relajarse y aliviar el dolor pueden encontrarse pariendo en el agua. Cada parto es único, es un proceso imprevisible que no debemos dirigir sino favorecer. Es mejor no tener una idea predeterminada de cómo debe ser. Rendirse a la experiencia y conectar con las propias sensaciones.

P: Respecto a las posturas de la mujer en el momento del parto, ¿cuál crees que es la más adecuada y por qué?

R: Exceptuando la postura horizontal, absurda además de peligrosa, cualquier postura en la que te encuentres cómoda es buena. El parto es un proceso dinámico en el que los movimientos de la mamá se acompasan con los del bebé para favorecer su tránsito a través del canal del parto. El instinto es la mejor guía. Las posiciones verticales favorecen el descenso, pero el cuerpo sabe en todo momento lo que necesita; la más confortable es la mejor. Se puede dar a luz en cuclillas, en la silla de partos, a cuatro patas, de lado, de pié… la naturaleza no tiene «libro de estilo».

P: ¿Qué recomendación les darías a las mujeres que están ahora embarazadas para que se preparen para el momento del alumbramiento?

R: Que no piensen en «lo que puede ir mal» y se concentren en «lo que puede ir bien». Prepararse con alguna técnica psicocorporal que les ayude a conectar con sus sensaciones, sintonizar con su bebé, y lo más importante, confiar en su cuerpo. Que se informen bien y dediquen a buscar el sitio idóneo para parir a su bebé como mínimo el mismo tiempo que dedicamos a buscar una casa, o un coche. Que hablen con el servicio de atención al paciente de su hospital exponiendo cuáles son sus deseos. Que hagan caso de su intuición y no duden en cambiar de hospital si se encuentran con un lobo con o sin piel de cordero. Que sepan que la ley les da derecho a negarse a sufrir intervenciones innecesarias, pero que todo eso hay que negociarlo de antemano. Que si van a parir al hospital lo hagan acompañadas de alguien bien preparado y con las ideas claras. Que se informen bien sobre todo lo relativo al parto y los derechos de los usuarios de la sanidad. En www.elpartoesnuestro.org hay abundante información.

P: Teniendo en cuenta los inevitables dolores del parto, ¿crees que es positiva la administración de epidural? En caso contrario, ¿qué alternativa propones que se pueda llevar a la práctica en la sociedad y situación actual?

R: Los dolores «inevitables» del parto son muy variables. Hay mujeres a las que les duele mucho, otras a las que les duele poco y otras que regular. Sin embargo, a todas las mujeres les duele muchísimo dilatar inmovilizada boca arriba, y con unas contracciones aproximadas y aumentadas con la oxitocina. La cuestión no es buscar una alternativa a la epidural, sino evitar las prácticas que aumentan el dolor sin mejorar el resultado. Son muchísimas las mujeres que cuentan que «las contracciones eran perfectamente soportables hasta que abrieron el gotero».

La epidural es un recurso que debe estar disponible, pero no es la panacea que nos quieren hacer creer. En realidad, es una pieza fundamental del engranaje, esa vuelta de tuerca que hace soportable todo lo anterior, y que al mismo tiempo acentúa la pasividad de la parturienta. Las mujeres no sienten, pero tampoco viven la experiencia cumbre del nacimiento. El resultado es una sensación de «haberse perdido algo» sin saber qué es. Hay muchas depresiones post-parto relacionadas con esta añoranza indefinida de algo que debía haberse producido. Cuando las intervenciones se realizan de forma personalizada y por necesidad, la tasa de epidurales se mantiene baja. Un alto índice de epidurales no es señal de alta calidad de la asistencia, sino de fracaso del sistema.

P: En el libro incluyes numerosos testimonios de mujeres que, según tú, son «una fuente de información fiable acerca del funcionamiento del sistema». ¿Crees que la experiencia de la mujer se ha mantenido silenciada?

R: Durante muchos años se ha trabajado sobre el cuerpo de la mujer como si de un ente sin voluntad ni emociones se tratara, nadie se preocupaba de cómo se sentía. En obstetricia seguimos como en los tiempos de Luis XIV: «todo por el pueblo pero sin el pueblo». Esto ya no se justifica. La misma OMS dice que en el diseño de los servicios de atención al parto deben intervenir las partes implicadas, y especialmente las mujeres. Lo que cuentan las mujeres permite conocer de verdad qué es lo que pasa de verdad, más allá de los «debería ser». No creo que un profesional pueda leer esos testimonios y seguir trabajando de la misma manera al día siguiente.

P: Si la OMS apoya el parto natural, ¿por qué se siguen realizando los mismos rituales en los hospitales: partos inducidos, etc.?

R: Las causas son innumerables, la primera de las cuales es atender partos –un proceso saludable en un 90% de los casos– como si de una enfermedad se tratara. La propia OMS recomienda la figura de la casa de partos, porque trasladar todos los partos a los hospitales supone medicalizar y elevar el riesgo de todos ellos.

Por otra parte, en España estamos todavía convencidos de que tecnología es igual a progreso. Eso puede ser cierto cuando se trata de máquinas, pero no cuando se interviene en procesos vitales. El hecho es que cuanto más se interfiere el proceso fisiológico mayores son los efectos colaterales. La propia organización de los hospitales hace que los partos se manipulen y abrevien para ajustarlos a unos horarios establecidos. Pero, ¿desde cuándo la naturaleza es así de previsible?

Por lo que respecta a los planes de estudios, éstos siguen anclados en el pasado, lo que hace que cada año se incorporen a los servicios médicos matronas formadas con una mentalidad intervencionista y medicalizada, que se asustan ante un parto fisiológico porque no han visto uno en su vida. Luego hay otro factor importante, que es la medicina defensiva: intervenir al máximo desde el principio para que en caso de demanda no se les reproche no haber hecho «todo lo posible». Pero hacer «todo lo posible» desde el principio sin necesidad supone inhibir el proceso fisiológico, lo que eleva el riesgo. Es un pez que se muerde la cola. Y en la base de todo ello, los profesionales se atribuyen un poder sobre la mujer que en realidad no les corresponde, y que también se traslada a la relación ginecólogo-matrona.

P: ¿Crees que el momento del nacimiento tiene repercusión en el futuro del bebé a nivel físico o emocional?

R: Hay abundantes estudios científicos que así lo demuestran. Por una parte está el hecho de que en un parto interferido el bebé soporta un estrés que no estaba previsto. Por otra parte el estado hormonal de la madre se altera completamente por la acción de las hormonas artificiales y de la anestesia. Esto hace que por primera vez en la historia de la humanidad casi todos los niños lleguen al mundo sin la impronta de las hormonas del amor (oxitocina, endorfinas, prolactina…). Además, el rito de acogida por la madre tampoco puede realizarse plenamente en el hospital, sea porque se llevan al niño o porque la falta de intimidad no lo permite.

Cuando se someten a animales mamíferos a estas condiciones, el resultado es que el vínculo madre-cría no se produce, la madre se desentiende y el cachorro se convierte en un individuo inadaptado. Esto nos suena ¿no? Obviamente, en el caso de los humanos esto es reparable, a base de mucho contacto piel con piel, lactancia materna a demanda, colecho. Pero no a base de «no lo cojas que se malcría»

P: Tú no eres profesional de la medicina convencional, pero tienes formación en Medicinas complementarias. ¿En qué medida esto te ha dificultado o ayudado a escribir este libro?

R: Bueno, yo veo mi formación en Medicina China como una ventaja. Las ciencias –especialmente las asociadas a la industria– discurren por un camino de progresiva especialización que pueden hacer perder la visión de conjunto.

Con la MTC he aprendido varias cosas importantes. Una es que el cuerpo tiene inteligencia propia, puedes ir a favor de esa inteligencia o en contra. La obstetricia medicalizada la ignora e inhibe. Otra cosa que he aprendido es a relacionar. En Medicina China comprendes que un problema en los ojos puede venir del hígado, y si quieres entender qué pasa tienes que tener en cuenta todo: la interrelación entre las partes, y la persona dentro de su contexto físico, ambiental, emocional…

En el parto, el contexto es determinante. La medicina convencional no relaciona, interviene en una pequeña parte del sistema para conseguir un efecto concreto, pero no tiene en cuenta la relación entre esa pequeña parte del sistema y el resto. Eso da lugar a errores realmente garrafales, que pueden tardar decenas de años en detectarse. Como dice Vandana Shiva: «Aplicar el pararadigma de la ingeniería a la vida produce un aumento de los problemas».

Marta Gómez

Revista Verano 2006 http://www.revistanatural.com/articulo.asp?id=678#

miércoles, 13 de agosto de 2008

Los niños son como los árboles

«Los niños son como los árboles: no hay que estirarlos para que crezcan»

«Hay que respetar el ritmo de desarrollo de cada crío; si llora y no quiere ir a la escuela, hay que esperar>>

González dice que «hay que amar sin miedo a malcriar». / EL CORREOYolanda González es una psicoterapeuta vitoriana que vive a caballo entre Alicante y San Sebastián. Es especialista en prevención infanto-juvenil y enseña a profesionales de la salud y a profesores cómo tratar a los niños. El pasado día 12 inauguró las Jornadas de Educación y Crianza que cada sábado, hasta finales del mes que viene, se celebrarán en el centro cívico de Lakua. Habló sobre 'La autoregulación como base de la crianza de los niños y niñas'.

-¿Autoregulación?

-Se trata de respetar el ritmo de desarrollo biológico y psicoafectivo de cada niño.

-Parece que cada vez es más difícil criar a los hijos.

-No es así. Ahora, la sociedad marca unas pautas para el desarrollo psicoafectivo; por ejemplo, quitar el pañal a los dos años o escolarizar a los tres, independientemente de que el niño esté o no maduro.

-¿Y eso está mal?

-Yo no soy nadie para decir qué está mal. Pero lo que hay que hacer es respetar el ciclo madurativo del niño. Igual que con un árbol: no se estira para que crezca.

-¿Cuándo hay que escolarizar entonces a un niño?

-Cuando esté preparado. Si tiene dos años y se agarra al cuello de la madre, y llora, y no hay manera de que entre, hay que esperar.

-¿Y si sigue pasando eso mismo cuando tiene cuatro años?

-Igual es que sigue sin estar preparado. No pasa nada por esperar a que cumpla cuatro años y medio. Cada niño es distinto y hay que respetar sus ritmos. Hasta los tres años la base es la familia y, a partir de esa edad, ya pueden estar maduros para socializar, para ir a la escuela. ¿Por qué escolarizar a un niño cuando hay llanto?

-¿Y si con cinco años sigue llorando porque no quiere ir a la escuela?

-Eso no es frecuente. Si pasa, habría que ir a una consulta. Pero lo normal es que se adapte en cuestión de meses, de manera progresiva.

Conciliación laboral

-Eso está bien para quien pueda permitírselo. Pero hoy las madres también tienen que ir a trabajar. ¿Hay que hipotecar la vida laboral para cuidar de los hijos?

-La maternidad tiene una función social. Las mujeres que quieran trabajar y dejar a su bebé a los tres meses, que lo hagan. Pero quienes quieran quedarse con el hijo, acompañarlo en este proceso, deben tener la posibilidad legal de hacerlo. Al menos, durante el primer año. Y, si se puede alargar el tiempo con excedencias hasta los dos años, mucho mejor. A partir de esa edad, el bebé ya puede compartir el tiempo con otra persona.

-Volvamos a cómo criar a los hijos. Por lo que ha dicho antes, da la impresión de que hay que hacerles caso en todo.

-Antes, los pediatras decían que el biberón se debía dar cada cuatro horas, y entre medias ya podía llorar el bebé lo que quisiera. Ahora se sabe que la lactancia debe ser a demanda, el bebé es el que sabe si tiene hambre.

-También se decía que había que dejarlos llorar por la noche y dormir en habitaciones diferentes.

-Eso ya tiene que estar superado. El sentido de dormir con los padres es antiquísimo. No estaríamos aquí si las madres de la prehistoria hubieran dejado solos a sus hijos; se los hubieran comido los depredadores. Si el niño llora por la noche es porque necesita algo, y si no se le hace caso lo que siente es abandono.

-Parece que está a favor de malcriar a los niños.

-Hay que amar sin miedo a malcriar, porque la dependencia no se crea, sino que se nace dependiente. Y es cuando se satisfacen esas necesidades cuando se deviene independiente. Si se les empuja a la independencia de manera precipitada nunca dejarán de ser dependientes porque se crea un vínculo inseguro. El que tiene un vínculo seguro es el que ha sido satisfecho de pequeño.

No es una moda

-¿Y qué quiere decir tener un vínculo seguro? ¿En qué se nota eso?

-Ahora estamos intentando crear superhombres a costa de someter a los niños a carencias afectivas durante la infancia. Hay que hacerse la pregunta, ¿es esta la sociedad que queremos: agresiones, guerras, violencia de género...? Hay que crear modelos educativos más saludables, no basados en el autoritarismo ni en la permisibidad absoluta. Se trata de crear una democracia en casa y en la escuela para que el día de mañana el niño sepa resolver conflictos.

-¿Quién nos dice que todo eso no es una nueva moda y que, dentro de unos meses, no se vuelve a decir que los niños necesitan independencia, disciplina, comer a las horas y dormir solos?

-Eso no es una vuelta al pasado, sino algo basado en estudios recientes que demuestran la importancia de preservar el vínculo durante los primeros años con el padre y con la madre. Más vale invertir tiempo en la primera infancia que luego andar de psicólogos con el hijo adolescente y poner parches a las drogas, la violencia en las aulas... Una moda era salir del hospital con un biberón y leche maternizada; eso es lo que interesa a las farmacéuticas.

YOLANDA GONZÁLEZ, PSICOTERAPEUTA ESPECIALISTA EN PREVENCIÓN INFANTIL Y JUVENIL
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/20080128/alava/ninos-como-arboles-estirarlos-20080128.html

viernes, 1 de agosto de 2008

Mi niño no me come. Pautas-Resumen

Pautas orientativas para padres de niños que, aparentemente, no comen bien.

1.- No obligar nunca a comer a un niño. Un adulto puede que se niegue a probar bocado por los dictados
de la moda pero a un crío aún no le pesan las normas sociales. Por tanto no se debe insistir en que el niño
trague a toda costa.
2.- Cuánta cantidad de comida es necesaria. Cada uno de nosotros necesita un aporte calórico distinto,
razón por la que la alimentación no puede tomarse como una ciencia exacta. Unos zampan como elefantes
mientras otros comen como pajaritos. ¿Por qué entonces se intenta medir a los niños por el mismo rasero?
Un niño de año y medio puede que necesite comer la misma cantidad que un bebé de nueve meses.
3.- ¿Seguro que no come nada? Para la mayoría de los padres no comer nada significa que su hijo no
engulle lo que ellos creen que necesita. Quizá si su medida fuera medio plato en vez de uno repleto hasta el
borde cambiaría su percepción.
4.- Los que de verdad no comen. Las enfermedades y los celos provocan un rechazo a la comida que
suele ser transitorio y una vez solucionado el problema regresa el apetito.
5.- El trabajo de mamá. El regreso laboral de mamá origina en ciertos bebés una negativa a alimentarse si
no lo hace su madre. Pueden no consumir nada en ocho horas y luego ponerse las botas cuando ella
regresa.
6.- Un asunto de honor. Los padres, sobre todo las madres, suelen vivir la inapetencia como un agravio
personal. Otras consideran un deber atiborrar a su hijo.
7.- Culpabilidad. Frustración y un terrible sentimiento de no saber cumplir como lo hicieron con ella, fustigan
a muchas madres para quienes la hora de la comida es un calvario.
8.- Niños incomprendidos. Imagínese qué pensará su hijo. Él, que sólo cuenta con el cariño de sus padres,
de repente se ve atacado por aquellos en quienes confía, que insisten en cebarle cuando ya no le entra más
y encima se enfadan y le gritan.
9.- La prueba definitiva. Coma en proporción a lo que da a su hijo. Si el niño pesa 10 kilos y engulle un
plato, tráguese usted cinco o seis raciones. Seguro que revienta.
10.- Pecho "for ever" y a libre demanda. La leche materna es el alimento más completo y nutritivo. Si el
niño no pierde peso es conveniente alargar la lactancia hasta el año o los dos años. Siempre sin imposición
de horarios, porque él ya lo pedirá cuando lo necesite.

11.- Las papillas. Nunca se debe sustituir el pecho por la infundada creencia de que los cereales alimentan
más. Cuando los niños ya degustan papillas hay que saber que casi ninguno logra terminarse la medida
recomendada porque es simplemente una orientación, no un dictado.
12.- Horror a las verduras. El pequeño estómago de los niños admite pequeñas cantidades, o sea, muchas
calorías en poco volumen. Las verduras contienen mucha fibra y escasas calorías, por lo que les enguachina
pero no les sacia. Apenas unas cucharadas serán suficientes para que le saquen el gusto.
13.- La papilla de frutas. Con las frutas viene a suceder lo mismo que con las verduras. Si el crío las
rechaza pruebe a darle una manzana a mordiscos o una pera en trocitos, por ejemplo. Las recomendaciones
y mezclas frutales del pediatra no tienen por qué ir a misa.
14.- Respetar el sueño. Algunos padres enchufan a sus hijos el biberón mientras éstos duermen y después
se quejan de que no comen cuando están despiertos. ¡Pero si ya se han alimentado!
15.- Chucherías prohibidas. Al margen de que el niño coma o no coma, los dulces y las famosas
chucherías sólo una vez al año para que no hagan daño.
16.- La crisis del año. Justo a los 12 meses se frena la velocidad de crecimiento y por tanto no precisan la
misma cantidad de alimento. A partir de los cinco años aumentarán el gasto energético y las necesidades.
17.- El perceptil. Las gráficas de peso traen fritos a los padres. En cada país se elabora una distinta y nunca
coinciden entre ellas. ¿Quiere eso decir que según el lugar del mundo en que pesen a su hijo estará por
encima o debajo de la media?
18.- Defensas infantiles. Los más pequeños se defienden ante la indigesta ofensiva paterna a base de
hacer bola, escupir e incluso vomitar. Nunca se niegan por capricho. Evolutivamente los críos tienden a
rechazar los sabores desconocidos por simple supervivencia.
19.- Un dragón llamado alergia. La alergia puede provocar la negativa del niño a ingerir ciertos alimentos
como la leche, el gluten, el huevo o cualquier otro incompatible con su inmaduro organismo. Por eso es
conveniente no obligar a comer.
20.- Estimulantes del apetito. Los tónicos estimulantes contienen psicofármacos que actúan sobre el centro
cerebral del apetito y su efecto desaparece en cuanto se deja el medicamento. Poco aconsejables salvo
excepciones.
21.- Cómo introducir los alimentos. A partir de los seis meses se pueden ir probando nuevos sabores con
gran precaución y muy lentamente.
22.- Estrategias. No guardar la comida para la cena. Ponerle en el plato sólo lo que suela tomar aunque
sean tres cucharadas, si tiene hambre pedirá más. Evitar las broncas y los sobornos.
23.- Vegetarianos. Cuando los padres son vegetarianos los niños pueden vivir perfectamente con una dieta
ovo-lacto-vegetariana.
24.- Acostumbrarse a comer de todo. Obligarle a comer un determinado alimento es la mejor forma de
lograr que lo odie para el resto de su vida. Si no se le fuerza acabará probándolo.

25.- Comer solo. Un niño se puede negar a comer porque quiere meterse él mismo el alimento en la boca y
no se lo permiten. Aunque se estire la hora del almuerzo y ponga todo perdido es preferible concederles
cierta independencia

Carlos González
Autor de "Mi niño no me come" y "Bésame mucho". Ed. Temas de Hoy

Sobre el colecho


El hecho de que los bebes prefieran dormir junto a su madre es algo totalmente natural. Teniendo en cuenta que los corderitos buscan el calor de su madre para descansar o que los gatitos vuelven al regazo de su madre después de sus excursiones, no es de extrañar que los bebes humanos también necesiten dormir como los demás mamíferos. Hasta hace pocos años, desde el inicio de la humanidad hace 10 millones de años, las familias compartían una misma cama.

El instinto de protección por parte de la madre, y el instinto de superviviencia desarrollado en los bebes, hace que ambos tengan el impulso de dormir en la misma cama. Los bebes no tienen aun desarrollado el concepto de espacio-tiempo, por lo que la separación de una pared puede significar para ellos lo que para nosotros un océano de distancia. Lo mismo ocurre con la percepción temporal, únicamente saben lo que ocurre aquí y ahora, y un solo minuto puede parecerles una eternidad. Cuando los padres no están presentes en la habitación, para el bebe supone una tremenda sensación de total soledad y causa en ellos un originario y profundo terror.

A nadie le gusta dormir solo ni estar a oscuras a solas. Incluso siendo adultos preferimos estar acompañados o mantener alguna luz encendida. El conjunto soledad-oscuridad nos devuelve a nuestros miedos más ocultos y primigenios.

La idea de que los niños están más seguros en su propia cama no tiene ningún fundamento. No hay pruebas sobre las ventajas de la separación física, pero si existen estudios que avalan los beneficios del colecho. Entre ellos se destacan: despertares sincronizados entre el bebé y la madre, una mayor estabilidad cardiorrespiratoria y mayor oxigenación de los niños, disminución de los episodios de llanto, mejor termorregulación y mayor prevalencia de la lactancia materna. Los bebés que duermen con su madre son amamantados hasta 3 veces más tiempo que aquellos que duermen solos en su habitación.

También cabe mencionar los beneficios emocionales para toda la familia y la incidencia positiva sobre el desarrollo afectivo. Un bebe que duerme junto a sus padres no solo comparte la cama, sino que recibe mas atención y mayor contacto físico. El vinculo que se crea entre padres e hijos mediante el colecho es muy intenso y duradero, lo que contribuye a un mayor entendimiento y un fuerte sentimiento de seguridad en los hijos. No se puede comparar con nada la sensación de despertar juntos y compartir esos primeros minutos del día, la primera sonrisa de la mañana, las cosquillas en la cama…

Creencias populares dicen que para que un bebe deje de quejarse por la noche y los padres puedan dormir sin interrupción hay que dejarle llorar. Efectivamente, en general dejan de quejarse después de un tiempo, pero además ocurre algo terrible: pierden la esperanza y la confianza de que sus padres están pendientes de ellos cuando lo necesitan. Se resignan. Y creemos que la resignación no forma parte precisamente de un crecimento feliz ni de un desarrollo afectivo sano. Tampoco facilita una relación paterno-filial basada en la confianza mutua y la empatía. Pensamos que entregarles nuestro cariño en vez de indeferencia, o nuestro afecto en lugar de distanciamiento, hace felices a nuestros bebés, y por tanto a todos nosotros.

Quiero un niño independiente




Con permiso de Armandilio , cuelgo este artículo , sinceramente fantastico.


La Independencia.

Cuantas veces nos han dicho a los papás primerizos "Déjale que llore, que es bueno" "No lo cojas tanto en brazos, que se malacostumbra" "Luego querrá que le cojas siempre" "Nunca será independiente" "Este niño está enmadrado, todo el día pegado a tí".

Hace ya unos años que me fui a vivir con mi mujer y un par de años que nos casamos. No recuerdo que nadie me diera ningún consejo que al respecto, pero quizá deberían haberme dicho, por el bien de su salud y por el bien de la pareja: "Sobretodo, cuando tu mujer te pida cariño, no le des abrazos... y casi ni la beses, que luego se acostumbra y le tienes que dar muchos todos los días." Suena mal, pero es lo mismo que los abuelos, padres, amigos, tíos, cuñados, Estivill y la madre que los parió les están diciendo a los padres primerizos, auténticas esponjas de consejos, para que lo hagan con su bebé. "Cariño? El justo y necesario", como si se fueran a volver idiotas por estar en brazos de sus padres mucho rato al día.

Privando a los niños de nuestro cariño estamos separándolos un poco de nosotros mismos, los estamos diferenciando como seres. Tú ahí, separado de mi, llorando, y yo aquí, alejado de ti. Les separamos tanto físi como psicológicamente, haciendo que el vínculo afectivo del que siempre se habla, ese que se consigue de manera más fácil dando el pecho (dar el pecho se hace en brazos, no?) y del que todo el mundo habla tan bien, sea más difícil de alcanzar. Por tanto se consigue que haya una cierta separación, que los padres no conecten con el bebé, que no lleguen a entender 100% sus necesidades. Y no malinterpretemos. Es imposible saber con certeza qué necesita un bebé en cada momento ni porqué llora, pero cuando existe un vínculo emocional sólido, en el fondo, importa poco el motivo. Sabemos que necesita algo, entendemos que lo está pasando mal, empatizamos con ellos y comprendemos que nos quieren a su lado. Haremos todo lo posible por calmarlo, y si al final lo único que quería era estar en nuestros brazos, se los daremos incondicionalmente, pues por fin habremos encontrado la solución a lo que aflije a nuestro bebé, sea lo que sea.

Aquellas personas que desde un principio crean una distancia son las que menos conectan con el bebé, las que menos les entienden y las que acaban pensando que los niños lloran para fastidiar o para conseguir algo que no deberíamos darles. Es una pena, pues no están entendiendo la psique de un bebé. No entienden que no hablan y que no tienen otra manera de pedir las cosas que llorando.

Los primeros años de vida de un bebé es una etapa muy importante en el creciemiento cerebral y sentimental de los bebés. Es una etapa en la que ellos no saben ni que existen. No saben que son una persona diferente a mamá o papá... de hecho no saben casi nada, simplemente vienen con un pack de comportamientos innatos que se basan en sonreir cuando tienen a alguien cerca, mirarles asombrados, coger el dedito... todo esto para ganarse el cariño de sus papás: "mira, se ha reído" "me coge el dedo!!". Imaginad por un momento que un bebé no hiciera ni siquiera eso, que no olieran a bebé, que no sonrieran, que no despertaran sentimientos tiernos en sus padres,... No digo que sus padres los abandonarían, pero si hoy día, a pesar de que saben hacer estas cositas para que digamos "es que me lo comoooo", les estamos dejando llorar y sufrir sin necesidad... qué haríamos si no se comunicaran con nosotros de ninguna manera???? Miedo me da pensarlo.

¿Porqué se supone que hay que dejarlo llorar y acostumbrarlo a que esté solo?

Esto es lo que preguntaré la próxima vez que tenga un hijo y la gente me de el consejo de no cogerlo en brazos. Con Jon me pillaron de pardillo y no tenía capacidad ni para realizar esta pregunta, así que me tocará hacerla con el siguiente.

Posibles diálogos:
- Hombre, es que no pasa nada porque llore de vez en cuando.
- Bueno, tampoco pasará nada porque no llore...

- Llorar es bueno, se le expanden los pulmones.
- Ah! pues los que fuman tanto deberían llorar más, no?
o
- Respirando también se expanden...y se contraen, y se expanden, y se contraen. Esto pasa cada 2 segundos más o menos, y sin llorar.

- Se acostumbran a ir en brazos y luego quieren ir todo el día.
- Normal, si no sabe andar ¿como va a ir? Como no le ate una cuerda al cuello y tire de él...
- No hombre, pero puede ir en cochecito, ¿no?
- Ya, pero como se acostumbre a ir en cochecito... imagínate con 8 años llevándole en cochecito al cole...

- Si le haces tanto caso luego no saben estar sólos.
- Ya...pero, porqué iba yo a querer que un bebé supiera estar sólo?
- Hombre, ahora no, pero cuando tenga un año o así...
- ¿Un año? Pero si ahora hasta los 35 no se van de casa.

No sé si se os ocurren más posibles argumentaciones al respecto, pero evidentemente mucha lógica no tienen. A menos que me digan que en los próximos días va a haber un holocausto nuclear y mi hijo se va a quedar sólo en el mundo, no veo el motivo de dejarlo llorar. Y aún así, no creo que sobreviva sólo...

En fin, que como ya he comentado otras veces, no me extraña nada que cada vez haya más consultas relacionadas con la salud mental, que haya más niños con problemas de conducta a los que erróneamente se les diagnostica de hiperactivos y tantos padres con problemas con sus hijos... les han enseñado a vivir sólos y crecen sin la confianza y autoestima necesaria, y sin el contacto necesario por parte de sus padres. Ojo, no digo que no lo tengan, simplemente no tienen todo el que necesitan. Prueba de ello es que lloran pidiéndolo y no lo reciben, luego precisan más de lo que se les ofrece.

¿Qué puede pasar con estos niños?

Unos crecerán siendo calladitos y sumisos, aquellos a los que cualquier cosa les está bien (confundiéndo a un niño apagadito con un niño bien educado).
Otros crecerán con ese aprendizaje hecho, "querías que fuera independiente, no? pues ya lo soy, hago lo que a MI me da la gana".
Otros serán los que sobrevivan a estos consejos y cuya conducta no será modificada, aquellos con la resiliencia suficiente como para ser personas autosuficientes y con un nivel adecuado de autoestima a pesar de los pesares.

La pena es que en los tres casos nunca habrá una asociación entre el tipo de persona o conducta del niño con respecto a la manera de criarlos. El primero, como he dicho, será el educadito y el que se porta bien, o directamente un poco "paraito" o "soso".
El segundo será "un niño muy difícil", el que no sé como lidiar con él, se nos va de las manos o "tiene un principio de hiperactividad"... que hoy en día, como se diagnostica todo, los padres nunca tenemos la culpa de nada, es el niño, que está tarao...
Y los terceros, pues serán esos supervivientes que habrían sido así igualmente.

Como la idea de todo padre es conseguir que su hijo sea de los del tercer tipo, pues vale más pensar lógicamente y tener en cuenta que la ecuación es simple:
- Si crías con respeto, tu hijo será respetuoso.
- Si crías con cariño, tu hijo será cariñoso.
- Si satisfaces sus necesidades, ellos aprenderán a satisfacer las suyas propias y a satisfacer las de los demás.

Es imposible que dando todo el cariño del mundo a una persona, ésta pueda crecer MAL criada. Más bien lo veo al revés, el niño del que pasan porque piensan que cuando llora pidiendo cariño les está tomando el pelo, es el que se da cuenta de que no le dan lo que necesita y el que está siendo MAL criado.

Cuando mi mujer venga a pedirme un beso le diré: NO, MAL CRIADA, NO. Que a mi no me tomas el pelo.

Para que un niño sea independiente, primero tiene que ser dependiente.

Cuando voy a visitar a un bebé recién nacido siempre acabo oyendo los mismo comentarios: "Pobrecito, no se vale por sí mismo. Si es que son tan indefensos... Mira, los animales nacen y ya andan, y estos nos necesitan para todo".
Pues eso mismo. NOS NECESITAN PARA TODO, que significa que son seres dependientes.

Para que un niño sea independiente y sea una persona segura y firme con sus decisiones tiene que ser primero una persona dependiente, tiene que ver cómo se lo hacen todo y aprender cómo se lo hacen para luego imitarlo él. Tiene que ser capaz de tomar sus propias decisiones y así será siempre una persona que elegirá el camino que quiere y será consecuente con ello.

El niño al que enseguida se le fuerza a ser independiente, sin pasar por ese período de dependencia y aprendizaje mediante imitación, tiene que inventarse su manera de crecer y actuar aprendiendo de la nada, pues nadie le está enseñando cómo vivir, como superar los malos ratos, como calmarse o tranquilizarse de la mejor manera (aprenden ellos sólos, pero tras haber llorado-sufrido un buen rato) y por norma les cuesta más gestionar el estrés y la ansiedad incluso en la etapa adulta. Si además los padres son autoritarios con él y están todo el día diciendo lo que tiene o no tiene que hacer, nunca elegirá por sí mismo y aprenderá que siempre hay un ser superior que le dicta como debe actuar, luego todavía será menos independiente...

Un ejemplo:

Te acaban de contratar para un puesto de trabajo nuevo de cara al público. No sabes como funciona nada, donde están las cosas ni como actuar ante los clientes. Eres nuev@.
Vas a ver al jefe y le dices:
- Hola, hoy es mi primer día de trabajo, no sé donde están las cosas ni sé por donde empezar, no sé qué debo decir...
Y el jefe te responde:
- Hola. Te doy dos opciones, elige tú mism@. Puedo llamar a una compañera de trabajo para que te acompañe durante unos días. Al principio sólo estarás a su lado viendo cómo lo hace, pasados unos días serás tú quien haga las cosas y atienda a los clientes. Ella estará a tu lado por si hace falta que te eche una mano o si ha de corregir algo. Pasados unos días, cuando te veas segur@ de tí mism@ y capaz de ejecutar el trabajo me lo dices y a partir de entonces serás tú sol@ el/la que desempeñe el trabajo.
La otra opción es acompañarte hasta el puesto de trabajo ahora mismo y que tú sol@ vayas aprendiéndolo todo. Tendrás que tener cuidado con lo que tocas no vayas a estropear algo y es importante que trates a las personas con respeto.


¿¡¿Que elegiríais?!?

Yo la primera opción. Estoy de acuerdo que con la segunda se aprende también, pero seguro que el nivel de estrés y ansiedad es mucho mayor. Además, el aprendizaje autodidacta puede estar equivocado, ¿no? Se aprende en base a como uno cree que se hacen las cosas y siempre quedará la duda de si se está haciendo bien o mal, con la consecuente inseguridad en el trabajo y posible complejo de inferioridad como trabajador/a ("seguro que hago algo mal" "seguro que los demás saben más que yo" "no soy un buen trabajador" "no sirvo para esto").
Creo que escogiendo la primera opción la persona será más feliz en su trabajo, o como mínimo estará más tranquila y tendrá la certeza de que cuando empiece hará las cosas bien. Incluso en caso de dudas sabe que puede contar con la ayuda de esa compañera que tanto le ayudó o incluso de la del jefe, que le ayudó desde el principio entendiendo sus necesidades.