miércoles, 25 de junio de 2008

Carta a mi matrona.



Cuando acuda a ti,

infórmame.

La información es la clave,

y no debo encontrarla fuera,

tú eres la profesional que me prepara para el parto.



Tú que serás mi amiga,

no me enseñes a respirar y empujar.

Enséñame a ser yo,

a conectar con mi instinto,

a dejarme llevar por los impulsos de mi cuerpo.



Cuando acuda a ti,

no me prepares para aguantar, para callar, para soportar.

Prepárame para elegir,

para la libertad,

por encima de mis miedos y limitaciones.



Tú que serás mi madre,

no me prepares para contar minutos ni horas,

ni centímetros de dilatación.

Prepárame para escuchar mi cuerpo,

para reconocer cada paso, para hablar con mi bebé.



Cuando acuda a ti,

no me prepares para confiar en el poder de la medicina.

Enséñame a confiar en mi propio poder,

en mi fuerza inigualable de mujer,

en la capacidad de mi cuerpo para encontrar el alivio.



Tú que serás mi apoyo,

no me prepares para aceptar mi propia mutilación.

Enséñame a respetar

el tiempo que mi bebé necesita para nacer,

el tiempo que mi vagina necesita para acompañarle en ese camino.



Cuando acuda a ti,

no me prepares para delegar en ti,

porque entonces,

tú serás la responsable de lo que pase.

Prepárame para tomar las riendas, para decidir,

dame el poder y, con él,

la responsabilidad de mi parto.



Tú que alumbras a quien alumbra,

dime que en mí están la fuerza y el poder

necesarios para dar la vida.

Dime que estarás ahí,

por si te necesito,

pero que no te necesito.



Cuando acuda a ti,

sé mi amiga, mi madre, mi apoyo, mi luz.

Sé quien preserve el milagro del nacimiento

de cualquier intervención innecesaria.

Sé mi matrona.

La educación de los niños (El País , por Gustavo Martín Garzo)


En una ocasión, Fabricio Caivano, el fundador de Cuadernos de Pedagogía, le preguntó a Gabriel García Márquez acerca de la educación de los niños. "Lo único importante, le contestó el autor de Cien años de soledad, es encontrar el juguete que llevan dentro". Cada niño llevaría uno distinto y todo consistiría en descubrir cuál era y ponerse a jugar con él. García Márquez había sido un estudiante bastante desastroso hasta que un maestro se dio cuenta de su amor por la lectura y, a partir de entonces, todo fue miel sobre hojuelas, pues ese juguete eran las palabras. Es una idea que vincula la educación con el juego. Según ella, educar consistiría en encontrar el tipo de juego que debemos jugar con cada niño, ese juego en que está implicado su propio ser.

Pero hablar de juego es hablar de disfrute, y una idea así reivindica la felicidad y el amor como base de la educación. Un niño feliz no sólo es más alegre y tranquilo, sino que es más susceptible de ser educado, porque la felicidad le hace creer que el mundo no es un lugar sombrío, hecho sólo para su mal, sino un lugar en el que merece la pena estar, por extraño que pueda parecer muchas veces. Y no creo que haya una manera mejor de educar a un niño que hacer que se sienta querido. Y el amor es básicamente tratar de ponerse en su lugar. Querer saber lo que los niños son. No es una tarea sencilla, al menos para muchos adultos. Por eso prefiero a los padres consentidores que a los que se empeñan en decirles en todo momento a sus hijos lo que deben hacer, o a los que no se preocupan para nada de ellos. Consentir significa mimar, ser indulgente, pero también, otorgar, obligarse. Querer para el que amamos el bien. Tiene sus peligros, pero creo que éstos son menos letales que los peligros del rigor o de la indiferencia.

Y hay adultos que tienen el maravilloso don de saber ponerse en el lugar de los niños. Ese don es un regalo del amor. Basta con amar a alguien para desear conocerle y querer acercase a su mundo. Y la habilidad en tratar a los niños sólo puede provenir de haber visitado el lugar en que éstos suelen vivir. Ese lugar no se parece al nuestro, y por eso tantos adultos se equivocan al pedir a los pequeños cosas que no están en condiciones de hacer. ¿Pediríamos a un pájaro que dejara de volar, a un monito que no se subiera a los árboles, a una abeja que no se fuera en busca de las flores? No, no se lo pediríamos, porque no está en su naturaleza el obedecernos. Y los niños están locos, como lo están todos los que viven al comienzo de algo. Una vida tocada por la locura es una vida abierta a nuevos principios, y por eso debe ser vigilada y querida. Y hay adultos que no sólo entienden esa locura de los niños, sino quese deleitan con ella. San Agustín distinguía entre usar y disfrutar. Usábamos de las cosas del mundo, disfrutábamos de nuestro diálogo con la divinidad. Educar es distinto a adiestrar. Educar es dar vida, comprender que el dios del santo se esconde en la realidad, sobre todo en los niños.

En El guardián entre el centeno, el muchacho protagonista se imagina un campo donde juegan los niños y dice que es eso lo que le gustaría ser, alguien que escondido entre el centeno los vigila en sus juegos. El campo está al lado de un abismo, y su tarea es evitar que los niños puedan acercarse más de la cuenta y caerse. "En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos". El protagonista de la novela de Salinger no les dice que se alejen de allí, no se opone a que jueguen en el centeno. Entiende que ésa es su naturaleza, y sólo se ocupa de vigilarlos, y acudir cuando se exponen más de lo tolerable al peligro. Vigilar no se opone a consentir, sólo consiste en corregir un poco nuestra locura.

Creo que los padres que de verdad aman a sus hijos, que están contentos con que hayan nacido, y que disfrutan con su compañía, lo tienen casi todo hecho. Sólo tienen que ser un poco precavidos, y combatir los excesos de su amor. No es difícil, pues los efectos de esos excesos son mucho menos graves que los de la indiferencia o el desprecio. El niño amado siempre tendrá más recursos para enfrentarse a los problemas de la vida que el que no lo ha sido nunca.

En su reciente libro de me-morias, Esther Tusquets nos cuenta que el problema de su vida fue no sentirse suficientemente amada por su madre. Ella piensa que el niño que se siente querido de pequeño puede con todo. "Yo no me sentí querida y me he pasado toda la vida mendigando amor. Una pesadez". Pero la mejor defensa de esta educación del amor que he leído en estos últimos tiempos se encuentra en el libro del colombiano Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos. Es un libro sobre el misterio de la bondad, en el que puede leerse una frase que debería aparecer en la puerta de todas las escuelas: "El mejor método de educación es la felicidad". "Mi papá siempre pensó -escribe Faciolince-, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo". Y unas líneas más abajo añade: "Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido mucho menos feliz".

Los hermanos Grimm son especialistas en buenos comienzos, y el de Caperucita Roja es uno de los más hermosos de todos. "Érase una vez una pequeña y dulce muchachita que en cuanto se la veía se la amaba. Pero sobre todo la quería su abuela, que no sabía qué darle a la niña. Un buen día le regaló una caperucita de terciopelo rojo, y como le sentaba muy bien y no quería llevar otra cosa, la llamaron Caperucita Roja". Una niña a los que todos miman, y a la que su abuela, que la ama sin medida, regala una caperuza de terciopelo rojo. Una caperuza que le sentaba tan bien que no quería llevar otra cosa. Siempre que veo en revistas o reportajes los rostros de tantos niños abandonados o maltratados, me acuerdo de este cuento y me digo que todos los niños del mundo deberían llevar una caperuza así, aunque luego algún agua-fiestas pudiera acusar a sus padres de mimarles en exceso. Esa caperuza es la prueba de su felicidad, de que son queridos con locura por alguien, y lo verdaderamente peligroso es que vayan por el mundo sin ella. "Si quieres que tu hijo sea bueno -escribió Héctor Abad Gómez, el padre tan amado de Faciolince-, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz. Los hacemos felices para que sean buenos y para que luego su bondad aumente su felicidad".


Gustavo Martín Garzo es escritor.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/educacion/ninos/elpepuopi/20080615elpepiopi_4/Tes

sábado, 14 de junio de 2008

Bebé entrena a mami a dormir


Nos preguntamos que pensaría un bebé cuando la mamá lo quiere entrenar para dormir toda la noche, comparto este mensaje que leí hace tiempo.

Entrenar para dormir…

Ok, esta es la situación. Mi mami me tiene desde hace 7 meses. Los primeros meses fueron fabulosos, yo lloraba y ella me cargaba y me alimentaba, a cualquier hora, día o noche. Luego algo sucedió. Desde hace unas cuantas semanas, ella me ha estado tratando de entrenar para dormir toda la noche. Primero, creí que era solo una fase, pero cada vez se pone peor. He hablado con otros bebés y parece que es bastante común cuando las mamis nos han tenido mas o menos 6 meses.

Y así es la cosa: estas mamis realmente no necesitan dormir. Es solo un hábito. Muchas de ellas ya han tenido 30 años de dormir, así que ya no necesitan dormir más. Así que estoy implementado un plan, le llamo “el llanto inconstante”.
Va así: La noche uno, llora cada 3 horas hasta que te alimenten. Yo se que es duro, es duro ver a tu mami desconsolada con tu llanto. Solamente mantén este pensamiento: “es por su propio bien”

Noche dos: Llora cada dos horas hasta que tu mami te alimente
Noche tres: llora cada hora.

Casi todas la mamis empezaran a responder mas rápidamente después de 3 noches. Algunas mamis son mas alertas, y pueden resistirse al cambio por mas tiempo. Estas mamis pueden parase en tu puerta por horas haciendo SHHH SHHH. No te rindas. No puedo hacer suficiente énfasis acerca de esto: LA CONSISTENCIA ES LA CLAVE!!!
Si la dejas dormir toda la noche solo una vez, ella esperara eso todas las noches. YO SE QUE ES DURO! Pero ella en realidad no necesita dormir, solo se está resistiendo al cambio.

Si tienes una mami especialmente alerta, puedes dejar de llorar por 10 minutos, solo lo suficiente para que ella se vuelva a dormir. Entonces vuelve a llorar. Eventualmente, funcionará. Mi mami una vez se quedo despierta por 10 horas, así que yo se que lo puede hacer.

Ayer, llore cada hora. Uno solo tiene que decidir continuar y no darse por vencido. SE CONSTANTE! Lloré por cualquier razón que se me ocurrió, mi bolsita para dormir me hacía cosquillas en el pie, sentía una arruga en la sábana. Mi móvil hacia una sombra sobre la pared, repetí y sabia a peras, yo no había comido peras desde el almuerzo, que raro no? El gato dijo miau. Ya debería saberlo. Mi mami me recuerda eso como 20 veces al día, jajaja. Una vez lloré solo porque me gustó como sonaba cuando hacía eco en el monitor en el otro cuarto. Demasiado calor, demasiado frío, no importa! Mantente llorando!!

Me tarde un poco, pero funciono. Me alimentó a las 4 a.m. Para mañana mi meta es a las 3:30 a.m. Necesitas ir acortando el intervalo entre las tomas para cambiar el reloj interno de tu mami.

PD: No dejes que esas cosas de plástico te engañen, no importa por cuanto tiempo los chupes, nunca les saldrá leche, créeme.

sábado, 7 de junio de 2008

La frustración innecesaria en la infancia

Vivimos en una Sociedad, donde desde la más tierna infancia, se nos enseña a soportar la frustración.
Existe la creencia generalizada, de que si no hay frustración marcada por los adultos, los bebés y los niños-as, no logran tener ningún límite a su demanda (“perversos polimorfos”) y como consecuencia, devienen en sujetos anti-sociales y no adaptados.

Hemos aceptado, que la vida es dura y cruel. Y nuestros hijos deben prepararse para afrontarla cuanto antes. Es por ésto, que desde que son bebés, recibimos consejos permanentes sobre cómo evitar que nuestros hijos se malcrien: "No lo cojas en brazos" "No atiendas a su llanto, que primero te piden la mano y luego te toman el brazo". "No transijas, pues se subirán a las barbas". Tantos y tantos tópicos, con el único objetivo de que esos bebés, ávidos de contacto epidérmico, de mirada amorosa, de empatía profunda, vayan aprendiendo a través de la frialdad, a ser "Duros", que no fuertes.

Poco a poco, la sociedad nos transmite que debemos acorazarnos. Con una coraza rígida e insensible ante el dolor de los otros "porque la vida es así". Poco a poco, nos distanciamos de nuestro instinto protector, y de nuestro sentido común, para ser máquinas que responden al sistema, con sumisión. Aceptamos las normas, aunque sean irracionales, y formamos parte del engranaje.
¿Qué hemos olvidado? ¿Qué confundimos cuando hablamos de límites, educación, autoridad, frustración...?.

Olvidamos que ese bebé y ese niño, tiene una innata capacidad, para SENTIR mejor que nosotros-as cuáles son sus necesidades más imperiosas. Olvidamos que, siguiendo a manuales o recomendaciones que dinamitan el sentido común (el más escaso de los sentidos), violentamos el proceso natural de autonomía y auto-estima, que se forma tan sólo desde el respeto a sus necesidades básicas. Tan sólo una respuesta sensible y empática a sus necesidades primarias, garantiza un desarrollo psicoafectivo saludable.

JAMAS, debemos de frustrar las necesidades afectivas. ¿ A quién le ha hecho daño un abrazo, una mirada cálida o una presencia en los momentos de mayor necesidad? A quién le hace daño el amor?

Confundimos la frustración de necesidades culturales, con la frustración de las necesidades afectivas. La única frustración saludable, es la que frena el sinsentido del consumismo.

Consumismo de la Tv. no constructiva. De los dulces excesivos. Sabemos que comprar y comprar, tapona en pequeños y mayores, grandes lagunas y ausencias afectivas. Y la sociedad no limita, sino fomenta estas necesidades vacías.
Estas y no las otras, son las necesidades secundarias o culturales que debemos aprender con inteligencia y amor, a limitar.

Muchos pediatras, autores, vecinos, cuestionan la lactancia natural prolongada. Y la justifican desde psicologizaciones y teorizacíones, sin ningún fundamento. Sin ningún seguimiento práctico y directo de bebés, que de forma sólida, permita realizar dichas afirmaciones. Y en los casos que se acompañan de observación, lo observado responde generalmente a lo "normal" y estadístico para la sociedad actual , ignorando y desconociendo lo que pudiera ser "lo sano". Intentan imponer con sus criterios, lo que hace la mayoría, sin cuestionar, si esos criterios generan felicidad o infelicidad, salud o normalidad.

Frustrar la necesidad del pecho a demanda y la necesidad de la lactancia prolongada (en los casos que así se decida, o en su defecto un biberón dado con contacto y amor) , es negarnos una experiencia esencial en la vida:
Porque, conocer el placer y el amor, es la mejor prevención de trastornos psicosomáticos posteriores. Permitir que el bebé, explore cuáles son sus necesidades y que el medio se las posibilite, es lo que crea confianza y seguridad en la vida.
Es lo que posibilita el vínculo. El apego seguro

Los padres, y el profesorado están a veces muy desorientados con tanto bombardeo informativo y contradictorio

Es por ello muy importante, desarrollar la capacidad de empatizar con nuestros bebés ya desde el embarazo, para que el continuum de relación, ese " hilo mágico" como me gusta llamarlo y que algunos padres y madres percibimos desde el nacimiento hasta la autonomía de nuestros hijos, sea el mejor antídoto ante tantas influencias nefastas en el desarrollo saludable de la primera infancia.-

Ese "hilo mágico", se llama VINCULO, y su base es la confianza, la seguridad y sobre todo el AMOR, del bueno.
Yolanda González