sábado, 10 de octubre de 2009

La crianza con apego y la educación permisiva negligente




Quienes defendemos la crianza con apego y la importancia del afecto en la educación de nuestros hijos, a veces sufrimos las críticas de quienes confunden el amor con una educación permisiva donde todo vale o donde a los hijos se les deja "hacer lo que quieran". "Los niños también necesitan normas" -saltan enseguida los salvaguardas del orden, con el ceño fruncido y cara de pocos amigos.


Creo importante deslindar la abismal diferencia que existe entre la crianza con apego, la educación democrática y el respeto de las necesidades y características individuales de nuestros hijos; y la educación permisiva negligente.


Hay dos maneras bien diferentes de "permitirles" a nuestros hijos hacer algo: desde la comunicación, la mirada, la presencia paterna que respeta sus necesidades, su condición de niño y su personalidad; o desde la ausencia, desde la ignorancia, desde la pereza, la comodidad o la negligencia de los padres que simplemente "pasan" de sus hijos, no les escuchan ni les conocen, no pasan tiempo con ellos, y por tanto, tampoco los respetan, simplemente los ignoran.
Creo que es muy importante hacer esta distinción para incautos. La crianza con apego se basa en el afecto, el respeto, la empatía, el tiempo dedicado y compartido con nuestros hijos. Educar es acompañar. Con coherencia, con criterio, con alegría, con cariño y con respeto por el niño pequeño.


Eso es bien diferente de la familia "permisiva" donde los niños permanecen solos una gran parte del tiempo, haciendo lo que quieren, "entretenidos" para no "molestar" al adulto, donde unas veces son regañados o reciben gritos o golpes cuando sus padres están de mal humor, y otras son consentidos o se les permite hacer lo que quieran, donde los padres están en el bar o fumando un cigarrito mientras los niños juegan solos todas las tardes en el mismo parque, donde los niños se crían solos sin apoyo y sin sostén emocional, donde no hay coherencia ni criterio educativo, donde los padres -ya sea por trabajo, por inconciencia, por pereza o por falta de recursos materiales, intelectuales y emocionales- permanecen ajenos a las auténticas necesidades del niño, y este sigue siendo huérfano de mirada y atención....

Más que de educación permisiva, me parece más adecuado hablar en este caso de educación negligente, o incluso de no educación, simplemente abandono.

El filósofo José Antonio Marina, en su reciente libro La recuperación de la autoridad: crítica de la educación permisiva y de la educación autoritaria (Versátil, 2009) ataca lo que él llama "educación permisiva", sobre todo en la figura y la obra de Françoise Dolto. Olvidando la importancia de la obra de Dolto, reconocida incluso por la Unesco, Marina arremete contra los enfoques del psicoanálisis:


"La influencia del psicoanálisis se manifiesta en la culpabilización de lasmadres. Puesto que todo está jugado desde el momento de la concepción y de laprimera infancia, es preciso encontrar un responsable. Solo puede ser quien da lavida, y prodiga los primeros cuidados y el afecto necesario, quien estáen constante relación con el niño: la madre. La madre es también la causaprimera de todos los males del niño. Esta afirmación no deja de estar presente enlos discursos de los psicoanalistas. Las madres ausentes de René Spitz; lasmadres insuficientemente buenas de David Winnicot; las madres frías deBruno Bettelheim. El último coletazo de esta idea lo representa el libro deNaouri.".


El psicoanálisis ha sido muy desprestigiado por algunos sectores científicos y minusvalorado en la mayoría de los currículos de las facultades de psicología, porque entra en los terrenos de lo NO MEDIBLE. Los científicos prefieren el conductismo y el neo-conductismo (medible experimentalmente) y el cognitivismo (que se comprueba en modelos informáticos y de inteligencia artificial). Sin embargo, creo que el psicoanálisis, despojándolo del falocentrismo de Freud, ha sido la corriente psicológica que más ha profundizado en el estudio de los afectos y las emociones y en la comprensión de la primera infancia, así como también es la producción teórica occidental que más se acerca a los principios universales de la "sabiduría perenne".


No es que "todo esté jugado en la primera infancia", es comprender la importancia que tiene la primera infancia, que es y ha sido completamente ignorada por las posturas "oficiales", que aún hoy siguen defendiendo más que nunca como la gran victoria de la "igualdad" que abandonemos a nuestras criaturas en escuelas infantiles a las 16 semanas de vida. Es darle el lugar que merece a la primera infancia, pues cada etapa se construye sobre la base de la anterior. Y si no ha sido, no importa, nunca es tarde para comenzar a respetar y a construir una relación con nuestros hijos basada en la sinceridad, el afecto, la comunicación y la presencia.


Tampoco significa culpabilizar a las madres. Si se culpabiliza a alguien, es en todo caso a la sociedad en su conjunto que no apoya ni prestigia a las madres ni a la maternidad, que está exclusivamente enfocada en la producción y no en la re-producción, que hace invisible todo lo que se sale de los circuitos de la producción y el consumo, que no invierte recursos en apoyar la primera crianza de los bebés en manos de sus propias familias, y mucho menos tiene en cuenta las necesidades afectivas de los niños pequeños.

"Según ellos, el niño se educará bien a sí mismo si lo dejamos solo. Es lo que decía Dolto" -afirma en otro lado José Antonio Marina. Nada más lejos de la realidad. Los principios de la crianza con apego se basan precisamente en la defensa crucial del afecto, de la corporalidad materna para los bebés, de la importancia de la presencia maternal y paternal a lo largo de toda la infancia y la adolescencia de nuestros hijos. Los seres humanos no somos innatamente buenos ni innatamente malos. La interacción con el entorno es lo que nos convierte en una cosa u otra.


Creo que en cuestiones de crianza, no es suficiente con buscar una "tercera vía" entre la vía autoritaria y la vía negligente, aún cuando esta sea la "autoridad personal" basada en el prestigio y la admiración que propone Marina. En crianza hay que apostar por el amor y el respeto. El amor no conoce "términos medios", aunque cada uno ve el "centro" según la cantidad y calidad de los afectos que haya recibido en su propia vida.


La crianza con apego es una forma de entender la educación infantil que ha tenido muy pocos antecedentes -escritos- en la historia de la sociedad occidental hasta hoy día.

Es criar y educar desde la implicación afectiva profunda, que comienza en la primera crianza, en la importancia del continuum con el cuerpo de la madre en los primeros meses del recién nacido, continúa con la identificación emocional en los primeros años, y sigue con la comunicación profunda toda la vida, abandonando el enfoque adultocéntrico y sustituyendo el autoritarismo, el miedo y la distancia, por el apoyo emocional, la sinceridad y el respeto por las necesidades del niño pequeño.

Cuentos: Mamá , ¿ De qué color son los besos?

Precioso cuento , que ultimamente es el favorito de Marina antes de ir a dormir.

Un cuento muy dulce, ideal para contar antes de ir a la cama. Juega con los colores y los sentimientos. Empieza así...
"Eran pasadas las nueve cuando, como cada noche, Pablo se deslizó a la cama de su madre y se acurrucó a su lado. ¡Cómo disfrutaba de aquel calor tan familiar y a su vez tan incomparable!
La miró pensativo y le preguntó:
– Mamá, ¿de qué color son los besos?
– ¿Los besos? Vaya... pues... los besos pueden tener muchas formas y colores, y la verdad es que cambian de color según lo que nos quieren decir.
Algunos besos son pequeños, ruidosos, divertidos, y muy, muy bromistas. Estos son de un rojo brillante como...¡como las cerezas! Y nos dicen "te quiero" por tu alegría, frescor y vitalidad.
– ¡Ah, como las cerezas que nos ponemos en las orejas y parecen pendientes!– dijo Pablo."

miércoles, 7 de octubre de 2009

8 Hechos sobre el sueño de los niños que todos los padres deberían conocer.


Para entender mejor las formas de hacer que tu hijo quiera ir a dormirse y mantenerse dormido, he aquí algunos principios importantes sobre el sueño que todos los padres deberían entender.

1-. COMO DUERME USTED: después de vestirse o desvestirse para ir a la cama, la mayoría de los adultos se ayudan a si mismos a relajarse para el sueño, mediante varios rituales: leer, escuchar música, ver TV o teniendo sexo. (NOTA: supongo que se refiere a los que no tienen hijos, porque los que los tenemos no tenemos rituales, entramos en coma, y tenemos poco sexo en general). A medida que usted cae dormido, sus centros cerebrales superiores comienzan a descansar, permitiéndole entrar en una fase de sueño profundo llamada fase NO- REM (REM = movimientos oculares rápidos). Su cuerpo y mente están relajados durante este periodo de sueño, su cuerpo está quieto, su respiración es pausada y regular, sus músculos están flojos. Después de aproximadamente una hora y media en este estado de sueño, su cerebro comienza a despertar y trabajar, lo que le saca a usted del sueño profundo, y pasa a una fase de sueño ligero o activo, llamado sueño REM (movimientos oculares rápidos). Durante esta fase, sus ojos se mueven bajo los párpados, mientras su cerebro trabaja. Usted sueña, se da vueltas y puede incluso colocar las mantas, sin despertarse por completo. Es durante esta fase cuando usted puede despertarse por completo para, por ejemplo, ir al baño, y luego volver a la cama y volver a dormirse. Estos ciclos se alternan cada dos horas a lo largo de la noche, de forma que un adulto medio duerme unas 6 horas en sueño profundo y 2 en sueño ligero la lo largo de la noche. (NOTA: para completar la información os diré que en los primeros ciclos predomina el sueño profundo y a medida que pasa la noche se hace más largas las fases de sueño ligero). Por tanto, usted no duerme profundamente toda la noche, aunque le pueda parecer que lo hace.

2-. COMO ENTRAN LOS NIÑOS EN EL SUEÑO: está usted acunando, paseando o dando el pecho a su bebé, y sus párpados comienzan a cerrarse, y su cuerpo a relajarse en sus brazos. Sus ojos se cierran por completo, pero sus párpados continúan teniendo pequeñas contracciones y su respiración es irregular. Sus manos están flexionadas y puede que haga algunos gestos involuntarios con la cara, llamadas “muecas del sueño”. Puede incluso continuar succionando de forma parecida a un “aleteo”. Justo en el momento en que usted se flexiona para depositar a su bebé “dormido” en la cuna, para intentar salir silenciosamente de la habitación, se despierta y llora. Esto es así porque no estaba completamente dormido. Estaba aún en fase de sueño ligero cuando le puso en la cuna. Ahora pruebe a dormir a su hijo como lo haga habitualmente, pero hágalo durante un tiempo más largo (aproximadamente 20 minutos). Usted se dará cuenta que las muecas desaparecen, y la respiración del bebé se vuelve pausada y profunda, y sus músculos se relajan por completo: sus manos se abren, sus brazos y hombros cuelgan pesados: señales de sueño profundo. El niño está ahora en una fase de sueño profundo, permitiendo que usted pueda posarlo, respirando con satisfacción, porque el bebé ya está dormido.Primera lección de “ser padres por la noche”: los bebés necesitan que se les duerma, no solamente que se les deje para que se duerman. Algunos bebés pueden ser dejados somnolientos y se dormirán solos, otros necesitan que sus padres les ayuden a dormirse.La razón es que, mientras los adultos entramos directamente en la fase de sueño profundo, los niños en los primeros meses entran primero en una fase de sueño superficial. Y tras 20 minutos o más, gradualmente entran en fase de sueño profundo, del cual ya no es tan fácil despertarles. Como probablemente sabrá por experiencia, si usted trata de poner apresuradamente a su hijo en la cama durante este periodo inicial de sueño ligero, habitualmente se despiertan. Con algunos meses más algunos bebés entran con más rapidez en la fase de sueño profundo. Aprenda a reconocer las fases de sueño de su hijo. Espere a que esté profundamente dormido antes de cambiarlo de ubicación.

3-. LOS CICLOS DE SUEÑO DE LOS BEBÉS SON MÁS CORTOS QUE LOS SUYOS: permanezca “adorando” a su bebé dormido y observe su sueño. Alrededor de una hora después de haberse ido a dormir, comienza a estirarse y moverse. Sus párpados aletean, hace muecas, respira de forma irregular y los músculos se tensan. Está volviendo a entrar en una fase de sueño ligero. El tiempo de pasar del sueño profundo al ligero es un periodo vulnerable del sueño, en el que muchos bebés se despiertan si alguna circunstancia les preocupa o incomoda (como el hambre). Si el bebé no se despierta, pasará por esta fase de sueño ligero durante los siguientes 10 minutos y posteriormente entrará de nuevo en el sueño profundo. Los ciclos de sueño de los adultos duran una media de 90 minutos, los de los niños son más cortos (50-60 minutos) así que tienen un periodo de sueño vulnerable cada hora o menos. Si cuando el bebé está en esta fase usted deposita una mano consoladora en su espalda o canta una nana suave, o si el la siente próxima a el porque duerme con usted, pasará este periodo sin despertarse.Segunda lección de “ser padres por la noche”: algunos bebés necesitan que les ayuden para volverse a dormir.
Hay algunos niños que pueden pasar este periodo sin despertarse, y que, si se despiertan, pueden relajarse a si mismos para volverse a dormir. Otros necesitan una mano amiga, voz o pecho para entrar de nuevo en el sueño profundo. De estos simples hechos sobre el sueño, se deduce que uno de los objetivos de los padres por la noche es crear un entrono para dormir que ayude al bebé a pasar estos periodos vulnerables sin despertarse, para que entre de nuevo en la fase de sueño profundo.

4-. LOS BEBÉS NO DUERMEN TAN PROFUNDAMENTE COMO USTED: no solamente les lleva más tiempo dormirse y tienen periodos de sueño vulnerable con más frecuencia, sino que además, el sueño ligero dura el doble que el de un adulto. A primera vista esto no parece honrado para los padres cansados de cuidar al niño todo el día. Pero si consideramos el principio de desarrollo que dice que los bebes duermen (o no ) de la forma en que lo hacen por una razón vital, puede sernos más fácil entender las necesidades de sueño de su hijo, y desarrollar una forma de ser padres por la noche que ayude, en lugar de dañar los ritmos naturales de sueño de su hijo. Por esto estoy en contra de los “entrenadores de sueño”, que anuncian una variedad de técnicas diseñadas para que el bebé duerma toda la noche, a un precio, y con un riesgo.

5-. LOS DESPERTARES NOCTURNOS TIENEN BENEFICIOS PARA LA SUPERVIVENCIA: en los primeros meses, las necesidades de los bebés son las más altas, y su capacidad de comunicación la más baja. Suponga que un bebé durmiera profundamente durante la mayor parte del tiempo. Algunas de sus necesidades básicas quedarían descubiertas. Los bebés pequeños tienen estómagos pequeños, y la leche materna se digiere con rapidez. Si el estímulo del hambre no le despertara con facilidad, no sería bueno para su supervivencia. Si la nariz del bebé estuviera obstruida y no pudiera respirar, o tuviera frío o necesitara calor y su estado de sueño fuese profundo de forma que no pudiera comunicar sus necesidades, su supervivencia estaría comprometida.Una cosa que hemos aprendido en nuestra práctica como pediatras es que los bebés hacen lo que hacen porque están diseñados así. En el caso del sueño de los niños, las investigaciones sugieren que el sueño activo protege a los bebés. Suponga que su bebé durmiera igual que un adulto, es decir, predominantemente con sueño profundo. Suena maravilloso. Para usted, puede, pero no para un bebé. Suponga que el bebé tiene necesidad de calor, comida o tiene obstruida la vía aérea, y que el sueño es tan profundo que no le permite actuar para corregir esto problemas. Su bienestar estaría en peligro. Aparentemente los bebés vienen configurados con unos patrones de sueño que les permiten despertarse en respuesta a circunstancias que afectan a su bienestar. Creemos, y los investigadores lo confirman que las frecuentes fases de sueño REM (activo) sirven a intereses psicológicos de los bebés en los primeros meses, cuando su bienestar está más amenazado.Tercera lección de “ser padres por la noche”: intentar que un bebé duerma demasiado profundamente demasiado pronto puede no ser lo mejor en términos de desarrollo del bebé. Por esto, los nuevos padres vulnerables a los “entrenadores de sueño” no deberían sentirse presionados para hacer que sus bebés duerman demasiado profundamente demasiado pronto.

6-.LOS DESPERTARES NOCTURNOS SON BENEFICIOSOS ARA EL DESARROLLO: los investigadores del sueño creen que los bebés duermen más “inteligentemente” que los adultos. Teorizan que el sueño ligero ayuda al cerebro a desarrollarse, ya que es cerebro no descansa durante el sueño REM. De hecho el flujo sanguíneo al cerebro casi es el doble durante las fases REM. (este incremento de flujo es particularmente evidente en las áreas cerebrales que controlan automáticamente la respiración). Durante el sueño REM el cuerpo incrementa la síntesis de ciertas proteínas de los nervios, los bloques de construcción del cerebro. También se cree que el aprendizaje ocurre durante las fases activas del sueño. El cerebro puede usar este tiempo para procesar la información adquirida mientras estamos despiertos, guardando aquello que es útil y descartando lo que no lo es. Algunos investigadores del sueño, creen que el sueño REM actúa autoestimulando el cerebro en desarrollo, proveyendo imágenes beneficiosas que promocionan el desarrollo mental. Durante esta fase de sueño ligero, los centros superiores del cerebro se mantienen operativos, mientras que en el sueño profundo estos están en silencio. Es posible que durante esta etapa de crecimiento cerebral rápido (los cerebros de los bebés alcanzan el 70% del tamaño adulto durante los primeros dos años) el cerebro necesite continuar funcionando durante el sueño para desarrollarse. Es interesante anotar que los bebés prematuros pasan el 90% de sus horas de sueño en sueño REM, posiblemente para acelerar el crecimiento cerebral. Como puede ver, el periodo de la vida en el que los humanos duermen más y en el que el cerebro se desarrolla más rápidamente, es también cuando más sueño activo se tiene.

7-.MIENTRAS CRECEN, LOS BEBÉS ALCANZAN LA MADUREZ EN EL SUEÑO: “vale”, dirá usted, “entiendo este diseño en desarrollo, pero ¿Cuándo dormirá mi bebé toda la noche?”. La edad a la que los bebés se asientan (es decir: se van a dormir con facilidad y permanecen dormidos) varía ampliamente de unos niños a otros. En los primeros tres meses, los bebés pequeñitos rara vez duermen más de 4 horas seguidas, sin necesitar alimento. Los bebés pequeños tienen estómagos pequeños. Suelen dormir un total de 14-18 horas al día. Desde los 3 a los 6 meses muchos bebés comienzan a establecerse: están más despiertos por el día y algunos pueden dormir periodos de 5 horas. Es esperable en este periodo uno o dos despertares nocturnos. También observará en este periodo que las fases de sueño profundo se alargan. Los periodos vulnerables para los despertares nocturnos disminuyen y los bebés entran en el sueño profundo más rápidamente. Esto se llama maduración del sueño.Lección 4 de “ser padres por la noche”: un hecho importante a recordar es que los hábitos de sueño de su bebé son más un reflejo de su temperamento (del bebé) que del estilo de crianza que halla elegido. Mantenga en su mente que otro padres habitualmente exageran lo que duermen sus hijos, como si eso fuera una marca de buena paternidad, que no lo es. No es su culpa que el bebé se despierte.

8-. BEBÉS QUE CONTINÚAN DESPERTÁNDOSE: cando los bebes maduran a estos patrones similares al adulto de sueño, varía de unos a otros. De forma que mientras la mayoría de bebés alcanza esta madurez en algún momento durante la segunda mitad del primer año, muchos continúan despertándose. ¿La razón? estímulos dolorosos como catarros, erupción de los dientes se hacen más frecuentes. Adquisición de hitos del desarrollo como sentarse, gatear y caminar puede llevar a los bebés a practicar estas habilidades durante la noche. Después entre el año y los dos años, cuando el bebé comienza a superar estos estímulos, comienzan otras causas como la angustia de separación y las pesadillas.
De todas formas, aunque comprenda la razón por la cual los bebés son propensos a despertarse, se da cuenta que sigue siendo importante para los padres y los bebés tener un sueño reparador por las noches, de otro modo, el bebé, los padres y su relación no irán bien

Dr. William Sears, web: http://www.askdrsears.com/

La educación de los niños

Texto de Gustavo Martin Garzo

En una ocasión, Fabricio Caivano, el fundador de Cuadernos de Pedagogía, le preguntó a Gabriel García Márquez acerca de la educación de los niños. "Lo único importante, le contestó el autor de Cien años de soledad, es encontrar el juguete que llevan dentro". Cada niño llevaría uno distinto y todo consistiría en descubrir cuál era y ponerse a jugar con él. García Márquez había sido un estudiante bastante desastroso hasta que un maestro se dio cuenta de su amor por la lectura y, a partir de entonces, todo fue miel sobre hojuelas, pues ese juguete eran las palabras. Es una idea que vincula la educación con el juego. Según ella, educar consistiría en encontrar el tipo de juego que debemos jugar con cada niño, ese juego en que está implicado su propio ser.Pero hablar de juego es hablar de disfrute, y una idea así reivindica la felicidad y el amor como base de la educación.
Un niño feliz no sólo es más alegre y tranquilo, sino que es más susceptible de ser educado, porque la felicidad le hace creer que el mundo no es un lugar sombrío, hecho sólo para su mal, sino un lugar en el que merece la pena estar, por extraño que pueda parecer muchas veces. Y no creo que haya una manera mejor de educar a un niño que hacer que se sienta querido. Y el amor es básicamente tratar de ponerse en su lugar. Querer saber lo que los niños son. No es una tarea sencilla, al menos para muchos adultos. Por eso prefiero a los padres consentidores que a los que se empeñan en decirles en todo momento a sus hijos lo que deben hacer, o a los que no se preocupan para nada de ellos.
Consentir significa mimar, ser indulgente, pero también, otorgar, obligarse. Querer para el que amamos el bien. Tiene sus peligros, pero creo que éstos son menos letales que los peligros del rigor o de la indiferencia.Y hay adultos que tienen el maravilloso don de saber ponerse en el lugar de los niños. Ese don es un regalo del amor. Basta con amar a alguien para desear conocerle y querer acercase a su mundo. Y la habilidad en tratar a los niños sólo puede provenir de haber visitado el lugar en que éstos suelen vivir. Ese lugar no se parece al nuestro, y por eso tantos adultos se equivocan al pedir a los pequeños cosas que no están en condiciones de hacer.

¿Pediríamos a un pájaro que dejara de volar, a un monito que no se subiera a los árboles, a una abeja que no se fuera en busca de las flores? No, no se lo pediríamos, porque no está en su naturaleza el obedecernos. Y los niños están locos, como lo están todos los que viven al comienzo de algo. Una vida tocada por la locura es una vida abierta a nuevos principios, y por eso debe ser vigilada y querida.
Y hay adultos que no sólo entienden esa locura de los niños, sino quese deleitan con ella. San Agustín distinguía entre usar y disfrutar. Usábamos de las cosas del mundo, disfrutábamos de nuestro diálogo con la divinidad. Educar es distinto a adiestrar. Educar es dar vida, comprender que el dios del santo se esconde en la realidad, sobre todo en los niños.En El guardián entre el centeno, el muchacho protagonista se imagina un campo donde juegan los niños y dice que es eso lo que le gustaría ser, alguien que escondido entre el centeno los vigila en sus juegos.
El campo está al lado de un abismo, y su tarea es evitar que los niños puedan acercarse más de la cuenta y caerse. "En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos". El protagonista de la novela de Salinger no les dice que se alejen de allí, no se opone a que jueguen en el centeno. Entiende que ésa es su naturaleza, y sólo se ocupa de vigilarlos, y acudir cuando se exponen más de lo tolerable al peligro.
Vigilar no se opone a consentir, sólo consiste en corregir un poco nuestra locura.Creo que los padres que de verdad aman a sus hijos, que están contentos con que hayan nacido, y que disfrutan con su compañía, lo tienen casi todo hecho. Sólo tienen que ser un poco precavidos, y combatir los excesos de su amor. No es difícil, pues los efectos de esos excesos son mucho menos graves que los de la indiferencia o el desprecio. El niño amado siempre tendrá más recursos para enfrentarse a los problemas de la vida que el que no lo ha sido nunca.En su reciente libro de me-morias, Esther Tusquets nos cuenta que el problema de su vida fue no sentirse suficientemente amada por su madre.
Ella piensa que el niño que se siente querido de pequeño puede con todo. "Yo no me sentí querida y me he pasado toda la vida mendigando amor. Una pesadez". Pero la mejor defensa de esta educación del amor que he leído en estos últimos tiempos se encuentra en el libro del colombiano Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos. Es un libro sobre el misterio de la bondad, en el que puede leerse una frase que debería aparecer en la puerta de todas las escuelas: "El mejor método de educación es la felicidad". "Mi papá siempre pensó -escribe Faciolince-, y yo le creo y lo imito, que mimar a los hijos es el mejor sistema educativo". Y unas líneas más abajo añade: "Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido mucho menos feliz".Los hermanos Grimm son especialistas en buenos comienzos, y el de Caperucita Roja es uno de los más hermosos de todos. "Érase una vez una pequeña y dulce muchachita que en cuanto se la veía se la amaba. Pero sobre todo la quería su abuela, que no sabía qué darle a la niña.
Un buen día le regaló una caperucita de terciopelo rojo, y como le sentaba muy bien y no quería llevar otra cosa, la llamaron Caperucita Roja". Una niña a los que todos miman, y a la que su abuela, que la ama sin medida, regala una caperuza de terciopelo rojo. Una caperuza que le sentaba tan bien que no quería llevar otra cosa. Siempre que veo en revistas o reportajes los rostros de tantos niños abandonados o maltratados, me acuerdo de este cuento y me digo que todos los niños del mundo deberían llevar una caperuza así, aunque luego algún agua-fiestas pudiera acusar a sus padres de mimarles en exceso.
Esa caperuza es la prueba de su felicidad, de que son queridos con locura por alguien, y lo verdaderamente peligroso es que vayan por el mundo sin ella. "Si quieres que tu hijo sea bueno -escribió Héctor Abad Gómez, el padre tan amado de Faciolince-, hazlo feliz, si quieres que sea mejor, hazlo más feliz. Los hacemos felices para que sean buenos y para que luego su bondad aumente su felicidad".