domingo, 28 de septiembre de 2008

Madres sin leche: el fin de un mito

Según se desprende del estudio realizado por profesionales del ABS Parets y el DAP Mollet del ICS",las encuestas indican que las madres dejan de lactar a sus hijos mayoritariamente por hipogalactia (poca leche), pero la hipogalactia no es una enfermedad, ni una deficiencia natural, sino la consecuencia de un cúmulo variado y complejo de motivaciones psicológicas, sociales, económicas, junto con creencias, mitos y tabúes".

"La discrepancia entre aquellas madres que son capaces de amamantar a sus hijos y aquellas que lo consiguen pone en evidencia que el "fallo" es más de las personas que deben apoyar a las mujeres, que de las propias mujeres que intentan lactar."

Coincidiendo con estos resultados la WABA, red mundial pro-lactancia que trabaja en colaboración con el UNICEF, considera como INFORMACIÓN CLAVE a transmitir con motivo de la Semana Mundial de la Lactancia Materna que se celebra del 3 al 9 de octubre y que este año 2001 trata de LA LACTANCIA MATERNA EN LA ERA DE LA INFORMACIÓN, que prácticamente todas las madres pueden dar de mamar a su bebé.

Es importante contar con el apoyo y ayuda de familiares, amigas, personal de la salud y empresarios. La inseguridad sobre la propia capacidad para producir leche, el miedo a que el bebé se quede con hambre, el llanto del bebé, la creencia popular de que la cantidad de comida ingerida es directamente proporcional a los periodos de sueño y la inadecuación del peso del bebé a las tablas en uso, son las razones principales que suelen llevar a las madres a pensar que padecen hipogalactia, tal como viene registrando ALBA-LACTANCIA MATERNA, asociación de apoyo a la lactancia que atiende anualmente más de 2000 consultas, situación que puede verse agravada si además existe una técnica de lactancia inadecuada.

Sin embargo, cuando a esas mismas madres se las informa del manejo básico de la lactancia materna y se las tranquiliza respecto a sus dudas y temores al tiempo que tienen ocasión de observar a otras madres en situaciones similares a la suya seguir adelante con sus lactancias, pronto desaparecen sus miedos y amamantan felizmente sin problemas de producción de leche.

Madres que ya estaban con lactancia mixta o que incluso hacia ya días que no amamantaban han relactado sin problemas y han seguido con lactancia materna exclusiva durante meses.

La conclusión es clara: Puede que existan madres sin la suficiente información pero difícilmente existen madres sin capacidad para producir leche.

Inma Marcos
Comadrona
Alba Lactancia Materna

Dile que le quieres




Cerremos los ojos y recordemos lo más hermoso que nos han dicho nuestros padres: Princesa…rey de la casa…mi vida…eres un encanto…cariño…mi corazón…mi amor…mi cielo…qué guapo…qué listo…
¿Estamos sonriendo?


Tal vez algunos de nosotros no logremos traer estos recuerdos, y en su lugar aparezcan sin permiso otros: qué tonto eres…pues sólo sabes mentir…que si sigues así se lo diré a tu padre…eres malo…no te quiero… ¿acaso no comprendes?... ¿eres sordo?...distraída como su madre…
¿Estamos compungidos?


Lo que nuestros padres -o quienes se ocuparon de criarnos- hayan dicho, se ha constituido necesariamente en lo más sólido de nuestra identidad. Porque somos los adultos quienes nombramos cómo son las cosas. Por eso lo que decimos, es.


El niño pequeño no pone en duda lo que escucha de los mayores. Puede ser doloroso o gratificante, pero en todos los casos, la interpretación de los adultos es absolutamente certera para el niño que aprende a traducir al mundo a través del cristal de los mayores.


En este sentido, la intención con la que hablamos con los niños es importante. Si los amamos de verdad, seguramente nuestras palabras estarán cargadas de sentimientos cariñosos y suaves. Pero si estamos llenos de resentimiento, destilaremos odio aún cuando los niños no tengan nada que ver.


Es verdad que hay situaciones donde el niño se equivoca o hace algo inadecuado. Pues bien. Una cosa es conversar sobre eso que "hizo" mal, y otra cosa es que ese acto lo convierta en alguien que "es" malo. Sólo nuestro rencor puede confundir entre lo uno y lo otro. Si el niño, de tanto escuchar a sus padres diciendo lo mismo, se convence de que es malo, quedará atrapado por ese circuito donde "es" en la medida que es malo, y para ser malo, tiene que seguir haciendo todo lo que haga enfadar a sus padres. En ese punto, ha perdido toda esperanza de ser amado sin condiciones.


Para el niño "eternamente malo a ojos de sus padres", siempre aparecerá otro individuo que actuará el personaje opuesto: "el eternamente bueno". A veces es alguien tan cercano como el propio hermano o hermana, u otra persona muy próxima a la familia. Allí, en ese personaje, -no importa qué es lo que haga- recaerá toda la admiración y será nombrado por los padres como alguien "bueno, inteligente y listo". Esta es la prueba fehaciente de que no se trata de lo que cada uno es o hace, sino de la necesidad de los adultos de proyectar polarizadamente, nuestros lados aceptados y nuestros lados vergonzosos en otros individuos, para no hacernos cargo de quienes somos. Y también para dividir la vida en un costado bien negro y en otro bien blanco, de modo de tener cierta sensación de claridad. Que por supuesto no es tal.


Parece que los adultos necesitamos mostrar todo lo que los niños hacen mal, cuán ineptos o torpes son, para sentirnos un poquito más inteligentes. Es una paradoja, porque al actuar de esta forma, es obvio que somos increíblemente estúpidos.


Sin embargo las cosas son más sencillas de lo que parecen. Decirles a los niños que son hermosos, amados, bienvenidos, adorados, generosos, nobles, bellos, que son la luz de nuestros ojos y la alegría de nuestro corazón; genera hijos aún más agradables, sanos, felices y bien dispuestos. Y no hay nada más placentero que convivir con niños alegres, seguros y llenos de amor. No hay ningún motivo para no prodigarles palabras repletas de colores y sueños, salvo que estemos inundados de rabia y rencor. Es posible que las palabras bonitas no aparezcan en nuestro vocabulario, porque jamás las hemos recibido en nuestra infancia. En ese caso, nos toca aprenderlas con tenacidad y voluntad.

Si hacemos ese trabajo ahora, nuestros hijos -al devenir padres- no tendrán que aprender esta lección. Porque surgirán de sus entrañas con total naturalidad, las palabras más bellas y las frases más gratificantes hacia sus hijos. Y esas cadenas de palabras amorosas se perpetuarán por generaciones y generaciones, sin que nuestros nietos y bisnietos reparen en ellas, porque harán parte de su genuina manera de ser.


Parece que nuestra generación es bisagra en la evolución de la sociedad occidental. A las mujeres nos toca aprender a trabajar y lidiar con el dinero. A ser autónomas. Nos toca aprender sobre nuestra sexualidad. A re aprender a ser madres con parámetros diferentes de los de nuestras madres y abuelas. Y nos toca aprender a amar.

Por eso es posible que sintamos que es un enorme desafío y además es mucho trabajo, esto de criar a los niños de un modo diferente a como hemos sido criadas. Es verdad. Es mucho trabajo. Pero se lo estamos ahorrando a nuestra descendencia. Pensemos que es una inversión a futuro con riesgo cero. De ahora en más… ¡sólo palabras de amor para nuestros hijos! Gritemos al viento que los amamos hasta el cielo. Y más alto aún. Y más y más.

Laura Gutman

jueves, 25 de septiembre de 2008

Guarderías de 0 a 3 años-Isabel Fdez. del Castillo

Cada vez que oigo a algún@ politic@ pedir plazas de guardería de 0 a 3 años, se me atraganta el 0. Ya sé que se debe al deseo facilitar a la mujer el acceso al mercado de trabajo, pero no deja de ser un disparate desde el punto de vista del niño.

No podemos seguir haciendo como si un bebé pudiera aparcarse con el mismo desapego que un coche en un parking. En la naturaleza, es la inteligencia de la especie la que determina la duración, intensidad e importancia de la relación de dependencia que el bebé tiene con su madre. Sintiéndolo mucho por quien se sienta superior, no somos más que la especie mamífera más inteligente (¡!), lo que no hace más que poner de manifiesto la importancia de nuestra condición mamífera, y la necesidad de que el bebé experimente en toda su intensidad esa relación de dependencia. Es la profundidad de las raíces lo que permite al árbol crecer hacia el cielo.

La importancia de crecer los primeros meses en el seno del vínculo con la madre no es sólo una cuestión afectiva. Afecta al desarrollo de la inteligencia, a la salud, a la capacidad de crear vínculos posteriores y a un sinfín de factores que conforman una persona equilibrada. No existiría ahora tanto cursillo en las empresas sobre inteligencia emocional, si se permitiera que se desarrollara cuando le toca, en los primeros meses y años.

No hacen falta más guarderías de 0 a 3 años, sino un periodo de crianza en casa de mínimo un año (lo ideal sería hasta los 2-3 años) para quien lo desee. Ese es el tipo de apoyo del Estado que necesitan las familias, y esa es la tendencia en otros países europeos, después de comprobar que es más barato apoyar directamente el maternaje, que gastarse el presupuesto en sanidad, psiquiatras o policía. Deberíamos acostumbrarnos a considerar problemas como la violencia juvenil, el fracaso escolar y la desmotivación general de que se acusa a los jóvenes de una forma más global, tratando de comprender donde están las causas.

Isabel F. del Castillo

¿Reciben los niños suficientes abrazos? Natalia Suárez Acedo



Los estudios demuestran que toda cría mamífera necesita un contacto físico constante. La cría humana, por nacer más inmadura, aún más. ¿Reciben los bebés todo el contacto que necesitan?


¿Reciben los bebés suficientes abrazos?

Los científicos saben bien que todas las crías de mamíferos necesitan un mínimo de contacto para lograr un desarrollo normal. Los cachorros necesitan ser lamidos, o tocados en el caso de los primates, para alcanzar una madurez adecuada. Se han hecho experimentos con roedores y con monos a los que se les privaba de contacto físico, únicamente recibían alimento, y al crecer se convertían invariablemente en adultos anómalos, incapaces de socializarse de manera adecuada ni de cuidar de forma eficiente a sus propias crías. (De hecho, en francés existe la expresión `un oso mal lamido´ para referirse a alguien insociable o de trato difícil.)

Por desgracia este experimento se hizo también con humanos: el emperador Federico II ordenó que varios bebés fuesen aislados y recibiesen tan sólo alimento y cobijo de sus cuidadoras, prohibiendo que les dirigiesen la palabra o cualquier muestra afectiva, con el fin de averiguar en qué idioma hablarían primero. Todos murieron.

También a comienzos del siglo veinte, el pediatra americano Fritz Talbot, alarmado por la elevada mortalidad de los menores de 2 años en clínicas y orfanatos, donde teóricamente los bebés disponían de cobijo y alimento, viajó a una clínica alemana donde los niños diagnosticados con marasmo ( enfermedad de origen desconocido que se caracterizaba por pérdida de peso, abatimiento y desgana entre otros síntomas, y que acababa con la vida de un alto porcentaje de ellos) lograban sobrevivir. Allí halló a una mujer, Anna, corpulenta y ya mayor, que acarreaba permanentemente unos cuantos pequeñuelos. Cuando los niños perdían las ganas de vivir y comenzaba este proceso, Anna los llevaba en contacto con ella a todas horas, contraviniendo las normas que imperaban en la época que decían que a los niños debían cogerles lo mínimo necesario para su higiene y alimentación para que no se echaran a perder.

Los niños de Anna sobrevivían siempre, y Fritz talbot quedó tan impactado que a partir de entonces se dedicó a difundir la idea de `atención amorosa´.

Más recientemente, el New York Times ha publicado un artículo sobre el papel crítico del contacto en el desarrollo infantil en el que se menciona `el estancamiento psicológico y físico de niños privados de contacto físico aunque por lo demás bien alimentados y cuidados´ (Goleman, 1988).

La cuestión es ¿reciben los niños occidentales el suficiente contacto físico para completar su desarrollo de forma satisfactoria? ¿Cuánto contacto exactamente se necesita para crecer sano emocional y afectivamente?. No lo sabemos, lo que sí sabemos es que en nuestra civilización desde hace unos cien años se hacen las cosas de manera muy diferente con los bebés a como se ha hecho siempre. Pertenecemos a una de las pocas culturas del mundo donde en la actualidad lo general es que los niños duerman solos, incluso en habitaciones separadas desde la más temprana edad. Donde muchos bebés van de la cuna al carrito y del carrito a la hamaca durante meses con el fin de que no se acostumbren a ser cogidos. Cuando damos un paseo de tres horas llevando al bebé en un carro, aunque nos parezca que hemos pasado la tarde con él, podemos tener por seguro que la sensación del bebé ha sido de no-mamá durante todo ese tiempo. Algunos además, pasan más de ocho horas al día en guarderías donde existe una cuidadora por cada ocho niños.

En España, los índices de lactancia, un modo de alimentación que asegura un saludable contacto `piel a piel´, son todavía muy inferiores a los de otros países, y algunos `expertos´ de gran difusión aseguran que lo mejor es ignorar sus llantos cuando los bebés, como inteligentes mamíferos cuyo instinto les dice lo que necesitan, luchan para cambiar eso. Parece que se está haciendo con los niños un gran experimento de resultados inciertos.

Cuando una mamá humana tiene un hijo, montones de expertos, familiares bienintencionados, y fabricantes de artilugios para bebés tratan de influir sobre ella utilizando todo tipo de argumentos. La mamá humana quiere a su pequeño con locura y quiere darle lo mejor, pero duda entre tanta información contradictoria, así que puede que se decida por una determinada tendencia o puede que varíe su forma de hacer las cosas en su búsqueda de la crianza óptima, y sufre mucho pensando si lo estará haciendo bien o no. Un día se fija en los animales: las gallinas, las vacas, las musarañas y las leonas, que siguen su instinto ancestral y son madres perfectas. Jamás dudan, jamás actúan de manera arbitraria o incoherente y desde luego, nunca malcrían a sus hijos consintiéndoles demasiado o alejándolos antes de que estén preparados. Su aportación de contacto físico es continua, tal y como les dicta su instinto. También del mismo modo siguen su instinto otras madres humanas en algunos sitios del planeta, donde los bebés son llevados a la espalda, duermen siempre en compañía hasta que son los suficientemente mayores para arreglárselas solos, las lactancias son prolongadas y sus llantos siempre son atendidos, tal es el caso de los ¡kung en África o de algunas tribus inuits del Norte de Canadá. En estas tribus, por cierto, los casos de cólicos son casi inexistentes y la salud emocional de sus individuos es notablemente superior a la de la media occidental.

Como conclusión parece ser que tocar, coger y abrazar a los bebés es una de las mejores cosas que se pueden hacer para garantizar su correcto desarrollo emocional y afectivo y toda una inversión para el futuro: está escrito en el instinto de cualquier mamífero saludable. Así que, como alguien decía una vez `cree en el llanto de tu hijo, abrázalo, consuélalo, tenlo cerca de ti y no le niegues ni un solo abrazo, ni una sola vez le escatimes tu contacto, porque para un bebé pequeñito el ansia de ser cogido puede ser tan acuciante como la necesidad de comer ´.

Natalia Suárez Acedo.

Farmaceútica Especialista en Nutrición Infantil

Instructora de Masaje Infantil de la Asociación Española de Masaje Infantil

www.centrotea.com

sábado, 20 de septiembre de 2008

Parir sonriendo....

Es sencillamente maravilloso....

Parto gemelar

Con Humor....





"Los niños educados en casa son más flexibles y sociables"

Xavier Alà Aguilar, socio fundador de la Asociación por la Libre Educación (ALE)

"Los niños educados en casa son más flexibles y sociables" IMA SANCHÍS - 15/09/2008

Tengo 45 años. Nací y vivo en Barcelona. Separado, con pareja y tres hijos de 19, 16 y 12 años que se han educado en casa. Licenciado en Filología Catalana, trabajo como profesor de secundaria. Mi política es que si a los niños se les deja, aprenden. Escoro hacia el budismo

¿Un profesor que educa a sus hijos en casa?
U Quería vivir la vida con mis hijos, eso de verlos sólo de ocho a nueve de la noche me parecía triste.
¿Qué más?
Sabía que por necesidad el sistema educativo y los currículos escolares son rígidos e inflexibles, que lo ideal es la atención individualizada y que por lo general se ha perdido la vocación de maestro.
...
¿Qué ocurre entonces?
Una lucha entre los alumnos y los profesionales de la enseñanza. Pero todo depende de lo que quieras conseguir: si quieres personas con criterio propio, la escuela no sirve para eso, pero sí para hacer personas amoldables socialmente.
Difícil elección.
La educación en familia implica asumir la educación, la formación y la instrucción de tus hijos; se trata de una educación flexible, lejos de horarios rígidos, de los cambios bruscos de materia y de la uniformidad escolar. Y hay muchas maneras de hacerlo.
Cuente.
Hay familias que siguen un sistema muy académico, haciendo horas en casa de materia de currículo que combinan con actividades fuera de casa, y otras que siguen lo que en Estados Unidos se llama el unschooling,que consiste en aprender y vivir sin los límites que impone la estructura escolar, que no es más que el reflejo de la sociedad.
¿En qué se traduce?
Es no vivir conforme a una vida que impone un horario, trabajar en algo que no te gusta para poder ganar un dinero que, a menudo, se gasta en cosas superfluas. Un niño que se educa en casa tiene más posibilidades de ir escogiendo lo que quiere hacer.
¿Qué dice la ley?
En el Reino Unido la educación en familia está aceptada y regulada, en España no está reconocida, hay un vacío legal. Si puedes demostrar que te estás ocupando de la educación de tus hijos, eso no es absentismo y, ante eso, la Administración no tiene respuesta.
¿Cuántas familias toman esta opción?
En el Reino Unido unas 25.000; en Francia, donde llevan más de 20 años, 3.000, y aquí se calcula que unas mil. Ejemplos conocidos son Mercè Rodoreda, Federica Montseny, Víctor Català y Joan Maragall, que educó a sus hijos en casa.
¿Padres con trabajos liberales?
Sin duda es una opción de vida, personas que renuncian a unas cosas en beneficio de otras y que se organizan para ello. Cada vez hay más casos de familias monoparentales.
¿Y si quieres un reconocimiento oficial de los estudios?
Tal como está la normativa española hoy, la única opción es presentarte a los 18 años a la prueba de madurez. Pero cada vez habrá más opciones, porque existe mucho fracaso escolar y muchos alumnos que se pierden por el camino. La otra opción es inscribir al niño en una escuela extranjera a distancia que pueda dar la opción de presentar un expediente de convalidación. ¿Llegan a la universidad?
Sí, algunos llegan, no es un impedimento educarse en casa, al revés, sus inclinaciones se perfilan más claramente y llegan a la universidad con más conocimiento sobre la materia escogida. Mi experiencia de 20 años como profesor de instituto es que muchos jóvenes se ven abocados a la universidad sin saber qué quieren hacer con sus vidas y que el fracaso universitario es muy alto, pero no hay estudios al respecto.
¿Y la socialización de los niños?
Ese es uno de los grandes mitos educativos, los niños educados en casa tienen un índice de socialización más elevado porque el hogar es una base desde la cual planear actividades, y se vinculan de manera mucho más libre con personas de diferentes edades y extractos culturales. ¿Son más flexibles y sociables?
Sí. Sin embargo, los niños escolarizados están muy acostumbrados a tratar con iguales y la relación con adultos suele estar más marcada por la indiferencia, y con los profesores a menudo es de manifiesta hostilidad.
¿Qué dicen los estudios?
El más reciente es el de Paula Rothermel (2002), de la Universidad de Durham, basado en 419 familias que educan en casa, con evaluaciones del desarrollo académico y psicosocial de los niños. Esos niños muestran una mayor destreza social y carencia de problemas de comportamiento, y académicamente altos niveles de logro. Los resultados en los exámenes sorprendieron incluso a los propios padres.
¿A qué se debe?
Son niños acostumbrados a tomar responsabilidades en sus familias y a motivarse ellos mismos en sus actividades diarias, y se benefician de la libertad de desarrollar las habilidades a su propio ritmo.
¿Y qué dice el estudio de la percepción de las propias familias?
Que tienen más espacio para las actividades familiares, la discusión y la espontaneidad. Valoran la unidad familiar y los padres participan más de lo que es habitual.
¿Y las peleas entre hermanos?
Entre las familias estudiadas hay pocos indicios de las rivalidades entre hermanos que frecuentemente se aceptan como algo normal, y el aprendizaje es negociado y diferenciado para cada hijo. Sin excepción, todos los padres están determinados a proveer un ambiente enriquecedor para sus hijos.

http://www.clonlara-esp.org/Los%20niños%20educados%20en%20casa%20son%20más%20flexibles%20y%20sociables.mht

LA VANGUARDIA 15 de septiembre 2008

miércoles, 17 de septiembre de 2008

NOSOTROS, los depredadores de la cría humana.


Las lobas, las perras, las gatas, las vacas, las focas, las elefantas, las leonas, las gorilas, las ovejas, las ballenas, las yeguas, las monas, las jirafas, las zorras y las humanas tenemos algo en común: el instinto de proteger nuestra cría.

Sin embargo somos especialmente sensibles si algo se interpone entre nosotras y nuestros cachorros después del parto: por ejemplo, si alguien toca a uno de ellos impregnándolos de un olor ajeno, perdemos el olfato que los hace absolutamente reconocibles como propios.
Si permanecen alejados del cuerpo materno, vamos perdiendo la urgente necesidad de cobijarlos.

Cada especie de mamíferos tiene un tiempo diferente de evolución hacia la autonomía.
En reglas generales, podemos hablar de autonomía cuando la criatura está en condiciones de procurarse alimento por sus propios medios y cuando puede sobrevivir prodigándose cuidados a sí mismo sin depender de la madre. En muchos casos va a necesitar de la manada como ámbito de vida, y es la manada que va a funcionar también como protectora contra los depredadores de otras especies o de la propia.
Entre los humanos del mundo “civilizado”, pasa algo raro: Las hembras humanas no desarrollamos nuestro instinto materno de cuidado y protección, porque una vez producido el parto, tenemos prohibido oler a nuestros hijos, que son rápidamente bañados, cepillados y perfumados antes de que nos los devuelvan a nuestros brazos. Perdemos un sutil eslabón del apego con nuestros cachorros. Luego raramente estaremos bien acompañadas para que afloren nuestros instintos más arcaicos, difícilmente lograremos amamantarlos, -cosa que todas las demás mamíferas logran siempre y cuando no hayan parido en cautiverio-, muy pocas veces permaneceremos desnudas para reconocernos, y seguiremos reglas fijas ya sean filosóficas, culturales, religiosas o morales que terminarán por enterrar todo vestigio de humanidad. Si es que a esta altura podemos llamarla como tal.

El niño sobrevivirá. Cumplirá un año, dos, o tres. Seguiremos nuestras reglas en lugar de seguir nuestros instintos. Estimularemos a los niños para que se conviertan velozmente en personas autónomas. Los abandonaremos muchas horas por día. Los castigaremos. Nos enfadaremos. Visitaremos especialistas para quejarnos sobre cómo nos han defraudado estos niños que no son tan buenos como esperábamos.

A esa altura sentimos que estos niños no nos pertenecen. Esperamos que se arreglen solos, que duerman solos, que coman solos, que jueguen solos, que controlen sus esfínteres, que crezcan solos y que no molesten. Hemos dejado de “oler” eso que les sucede. No hemos aprendido el idioma de los bebés, no sabemos interpretar ni traducir lo que les pasa. Cuando estamos ausentes, o incluso cuando estamos cerca -con tal de estar tranquilos- los dejamos completamente expuestos. Entonces puede aparecer el más feroz de los lobos feroces. Ya que en realidad somos nosotros, sus más temibles depredadores.

Laura Gutman

Redes de apoyo entre mujeres



No me cabe ninguna duda que los seres humanos estamos diseñados para vivir en comunidad. En cambio la modalidad que impera en las grandes ciudades modernas, da prioridad a las familias nucleares, prefiriendo aún más a las familias constituidas por una sola persona. Este sistema suele generar buenos frutos económicos, al menos para unos pocos.
Por otra parte, la mayoría de las mujeres modernas hemos elegido terminar una carrera universitaria o lograr un buen puesto de trabajo, en lugar de tener una vida semejante a la de nuestras madres y abuelas.


Pero cuando –casualmente y contra todos los pronósticos- nace un niño, la soledad y el desconcierto para las madres es moneda corriente. Porque no hay comunidad que nos avale, nos sostenga, nos ampare, nos transmita sabiduría interior, o satisfaga cualquier necesidad, física o emocional.


Muchas de nosotras pretendemos atravesar la maternidad utilizando los mismos parámetros con los que estudiamos, trabajamos, tomamos decisiones, luchamos, nos hacemos valer, generamos dinero, elaboramos pensamientos o practicamos deportes. Confiamos en que la maternidad no podría ser más compleja que lidiar con cincuenta empleados a cargo todos los días. Sin embargo...solemos comprobar que se trata de otro nivel de complejidad.


La mayor dificultad consiste en "dejar el mundo real" para "ingresar en el mundo onírico" de la fusión mamá-bebé, y aunque cada una de nosotras reacciona en forma diferente durante el puerperio, sólo en la medida en que estemos bien sostenidas, estaremos en condiciones de sostener al bebé.


Hoy no tenemos aldea, ni comunidad ni tribu ni vecindad en muchos casos. A veces tampoco familia extendida. Pues bien, necesitamos crear apoyos modernos y solidarios. De lo contrario no es posible entrar en fusión con el bebé. No es posible amamantarlo, ni fundirse en sus necesidades permanentes.


Las mujeres tenemos que organizarnos. Una posibilidad es crear grupos de apoyo, o de encuentro, o grupos de crianza abiertos para que las madres encontremos compañía con nuestros hijos en brazos, comprensión de nuestros estados emocionales y aceptación de nuestras ambivalencias.


Otra figura que en la actualidad me parece fundamental es la "doula". Hay "doulas" preparadas para acompañar a las parturientas y otras especialmente entrenadas para seguir el proceso puerperal. La "doula" interpreta la "experiencia interior" de cada madre, avalando todos los cambios invisibles, y traduciendo al lenguaje corriente la realidad del puerperio. No se trata de ayudar con el bebé, ni de ofrecer buenos consejos, sino de acompañar la zambullida al universo sutil e invisible del recién nacido. Su principal función es la de maternar a la madre para que entonces pueda maternar a su hijo.


Las "doulas" tienen una función para ejercer, nombrando cada sentimiento "absurdo", desproporcionado o incomprensible de la madre reciente. Personalmente, espero que el oficio de "doula" ingrese en el inconsciente colectivo femenino. Que las mujeres "sepamos" durante y después de parir que merecemos naturalmente llamar y solicitar una "doula" a domicilio, para que nos abra las puertas a los Misterios de la Maternidad. Porque a partir de cada madre puérpera que se encuentra a sí misma, el mundo entero se encuentra. Cada "doula" que asiste a una puérpera, se sana a sí misma y sana a todas las mujeres. Cada palabra de apoyo, es una palabra de paz y de bienvenida al niño. Las "doulas" nos incitan a que confiemos en nuestras elecciones, decidiendo según nuestras más íntimas creencias. Ellas nos recuerdan que somos merecedoras de todos los cuidados, porque de ello depende el futuro.


Laura Gutman